Me dio la mano para ayudarme a que me levantara de la arena, y cuando me puse en pie, ocurrió algo que jamás olvidaríamos ninguno de los dos. Me dio un beso en el que me perdí por completo. Sentí tantas cosas a la vez, que creí estar soñando. Pero si era un sueño no quería despertarme. Pero no, no era un sueño, era real y era...
¡Mi primer beso! Sí, parecerá increíble pero no había besado a nadie aún, bueno, a nadie con lengua. No podíamos olvidar el que me dio su hermano Jonathan en Nochevieja. Quería que fuera con alguien especial. Y lo fue. Cuando terminó el beso, me miró a los ojos.
-Princesa, yo te quiero mucho. No quiero separarme de ti.
-Yo tampoco, tonto.
Y volvió a besarme.
-Bueno, vamos a casa que mi madre nos habrá preparado la cena.
El camino se me hizo muy corto. Cuando llegamos, mamá, Eve y Pedro estaban poniendo la mesa. Había hamburguesas, porque con lo del viaje, mamá no tenía muchas ganas de cocinar otra cosa.
-Mamá, ¿puede quedarse David a ayudarme a montar mi habitación?-Pregunté yo estando ya sentados en la mesa y cenando.
-Claro que sí, cielo.
Cuando terminamos subimos y mi cuarto daba miedo...
La cama no tenía el colchón, el armario, no estaba colocado aún y la ropa no estaba dentro, y mis libros y discos estaban por allí esparcidos...
Nos quedamos los dos un poco paralizados, aquello podía llevarnos horas...
-Selena, yo suponía que esto pasaría, y que no tendrías muchas ganas... Así que te monté una habitación yo mismo. Claro, que no tiene muchas cosas aún, tendrás que meter tú tus cosas. Es de la marca flamenco, tiene muchos de decoración-me dijo Pedro.
-¡¿Enserio?! ¿Cuál es?
-Es el del final del pasillo, sé que necesitas tu intimidad y pensé que te gustaría que tu habitación estuviera un poco retirada.
-Muchas gracias Pedro, de verdad.-Le dije mientras lo abrazaba.
-Y… Está hecho a prueba de Evelyn… Tiene pestillo.-Me dijo mientras sonreía y me guiñaba un ojo.
No me dio tiempo a verlo irse cuando eché a correr hacia mi nueva habitación.
Cuando abrí la puerta me quedé asombrada, era preciosa y me encantaba.
Tenía una cama para mí, y otra arriba entrecruzada, supongo que mi hermana dormiría ahí cuando tuviera pesadillas.
Tenía un escritorio, donde no tardaría en poner mi ordenador portátil. Pedro tenía razón, tenía flamencos por todos lados. El color de la pared era azul, y lo demás era rosa y blanco.
-Guau princesa, aquí vas a estar genial.
-Pues sí... pero bueno, no nos quedemos empanados, manos a la obra hay que traer mis cosas.
En la primera caja estaban mis pósters, que pronto colgaría.
En la caja que abrió David, estaba mi vieja mesa de mezclas, con mis micrófonos y mis altavoces.
-¿Es que te gusta cantar?
-Sí… ¿No te lo he dicho?
-Pues no…
-Pues me encanta. Me gustaría llegar a algo en el mundo de la música, pero lo veo muy chungo.
-¿Por qué?
-Pues, no es que se me dé mal, pero es muy difícil… Además, no creo que haya estudios de grabación en este pueblo.
-No sé si los hay, pero bueno... Oye, me gustaría escucharte cantar.
-Claro, ayúdame a conectar esto, pero en mi cuarto.
Llevamos las cosas a mi cuarto, y lo enchufamos todo. Me costó, pero al final encontré mi pendrive, con mis canciones de karaoke.
-Voy a cantarte una canción muy bonita, se llama Colores en el viento y es de la película de Disney, Pocahontas.
-Me cantes lo que me cantes, me encantará.
Puse la canción, y aunque estaba nerviosa cuando ya me arranqué me fue muy fácil cantarle.
-Princesa, me has emocionado.
-No creo, además la calidad del sonido no es muy buena, estos trastos son viejos ya…
-Bueno, a mí me ha encantado. Sigamos trayendo cosas, que son ya las 11 y media.
Seguimos trabajando, y a las doce llegó mi madre.
-Chicos, ¿por qué no lo dejáis ya?
-Mamá, pero es que queda muy poco y quiero tenerlo todo preparado.
-Bueno vale, Pedro y yo vamos a acostarnos. David, es muy tarde deberías llamar a tu madre.
-Sí, lo haré.
-Mamá… esto… Es tarde, como bien has dicho. ¿Puede quedarse David a dormir aquí? Como antes hablamos sobre lo de conocernos y querías que fuese feliz…
Mi madre se lo pensó un momento.
-Si cielo, sabes que confío en ti-dijo con cara de preocupación.
-Gracias mamá.
-Cielo, ¿puedes salir un momento?
Salí al pasillo con ella.
-Oye, ¿qué intenciones tenéis?-Dijo un poco nerviosa.
-Sólo dormir mamá, no te preocupes. No pienso hacer nada más.
-Siempre tienes que usar precaución Selena, siempre. Por favor no lo olvides.
-Tranquila mamá, ahora acuéstate anda.
Mi madre se fue, y al entrar en mi habitación David vino y me abrazó.
-Cariño, es el mejor día de mi vida.
-Lo sé, también es el mío-le dije sonriendo
-Aunque tu madre está un poco preocupada-dijo riéndose.
-No se fía de ti-le dije con una sonrisa.
Íbamos a acostarnos, cuando me sonó el móvil. Era Lulú.
-Hola cariño, siento no haberte llamado. Tengo que contarte tantas cosas…
-Para, Selena, no te lo vas a creer...
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