Ya habían pasado tres meses desde el entierro de David, que no me gusta mencionar.
Mi vida ya no era como antes, no salía, no hacía nada en el instituto, no comía apenas...
Sólo me llevaba bien con tres o cuatro personas, pues mi carácter no era el que era antes...
Jonathan venía todas las tardes a mi casa a estar conmigo e intentar que estudiara, comiera y me animara un poco. No sé qué habría hecho sin él. Con Esther y Rafa mi amistad se rebajó a verlos en el instituto. Con Cristina, la que era mi cuñada, me llevaba muy bien, nos lo contábamos TODO. Con Lulú la cosa iba como siempre, era lo único que no había cambiado. Ella era mi razón de seguir adelante… ella, y mi Toby. Hablando de Lulú, iba a venir a verme. Llegaría mañana. Tenía muchas ganas de verla.
-Cielo te he traído algo para comer-dijo mi madre entrando en mi habitación.
-No tengo ganas.
-Cariño es que no comes nada-soltó el plato en el escritorio y se sentó en mi cama a mi lado.
-Pero si después no hago más que vomitar...
-Bueno, como quieras. Acuérdate que mañana por la mañana llega Lucía.
-Sí, no lo olvidaría nunca.
Mi madre también estaba decaída. Había perdido el bebé. Resulta que le habían detectado una enfermedad muy grave al feto, y era, el bebé o mi madre.
Me acosté pronto porque quería que el tiempo pasara rápido antes de que venga Lulú.
Por la mañana, me desperté con el sonido de la alarma de mi móvil. Enseguida llamé a Lulú.
-¡Lulú! ¿Dónde estás?
-[...]
-¿En diez minutos? ¡Vale!
-[...]
-¡Yo sí que te quiero!
Colgué el teléfono y bajé abajo.
Abrí la puerta para recibirla fuera pero no me dio tiempo, allí estaba ella en mi puerta.
-¡Lulú!
-¡Selena!
Me tiré en busca de ella y del abrazo que le di nos caímos al césped.
-Tía, ¡Qué guapa estás!
-Anda ya Selena, ¡si no hace ni un año desde la última vez que nos vimos!
-Bueno, vamos para adentro.
Cuando entramos Lulú saludó a mi familia ya que se tenían mucho cariño. Después subimos arriba con las maletas y eso, y mientras metíamos su ropa en mi armario estuvimos hablando.
-¿Cómo ha ido el viaje?
-En el autobús bien, aunque el del taxi yo creo que quería ligar conmigo-las dos empezamos a reírnos.
-Jo Lulú, cómo te he echado de menos.
-Y tu cómo llevas el tema de…
-Pues la verdad, no muy bien... ¡Un momento!-salí corriendo hacia el baño y vomité.
Lulú salió corriendo detrás mía y me sujetó el pelo.
-¿Es que estás enferma?
-No lo sé, llevo unos días que no paro de vomitar.
De pronto a Lulú se le quedó la cara súper blanca.
-Lulú, ¿Estás bien?
-Selena, ¿Desde cuándo no te viene…?
-¿Desde cuando no me viene…?-dije extrañada.
-Sí…
-¿El qué?
-¡Tía, la regla!
Entonces, lo entendí, y yo también me puse blanca.
-No puede ser Lulú.
-Sí que puede... vamos a la farmacia a por un test.
-Pero ¿cómo voy a estar embarazada? Sólo lo he hecho una vez.
-Sí, y sin condón.
-Ya, pero… Ay, no sé.
-Que sí, que sí, venga vámonos.
Fuimos a la farmacia y compramos un test de embarazo, después volvimos a mi casa para probarlo.
-Espérame aquí.
-No tardes Selena.
Fui al baño e hice lo que debía. Cuando terminé fui a la habitación y se lo di a Lulú porque yo con los nervios no sabría ni lo que vería.
-¿Ha salido ya?-pregunté dando vueltas por la habitación.
-A ver Selena, esto conlleva su tiempo. ¡Espera! ¡Se ve algo!
-¿Qué pone?-le pregunté medio muriéndome y todo.
-Espera, que no se ve muy bien… ¡Dios mío! ¡Selena, prométeme que seré la madrina!
De pronto, me quedé pálida como el mármol… y después empecé a llorar.
Sólo podía pensar en que ésa criatura, ya no tendría padre.
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