Saqué valor de donde no lo había, y se lo conté.
-Mamá, la barriga no es por no comer bien… verás… estoy embarazada-le dije lentamente.
Los ojos se le abrieron como platos, y noté que se puso tensa.
-Selena, pero ¡¿cómo que estás embarazada?! Tienes dieciséis años, ¡¿en qué pensabas?!
-A ver, ¡no lo teníamos planeado! Surgió y punto, no nos pusimos condón porque no lo teníamos a mano, ya te he dicho que no lo teníamos planeado.
Tendrás que aceptarlo.
-No jovencita, ¡de eso nada!
-¡Sí!
-¡Eres muy joven!
-A ti lo que te jode es que no pudiste tenerlo, y ¡por eso no quieres que lo tenga yo! ¡Pero si me tuviste con la misma edad! Mira, es lo único que me queda de David, y pienso tenerlo ¡quieras o no!-dije y salir a correr hacia mi habitación, que cerré con pestillo.
Allí estaba Toby, y para mi sorpresa tenía otro regalo. Era un piano, situado en una pared. Tenía una nota.
"Cielo, últimamente estabas decaída y como sé que te gusta la música, pensé en regalarte esto. Te quiero, Irina".
En ese momento un sentimiento de culpa y arrepentimiento me recorrió todo el cuerpo. No debí hablarle así a mi madre nunca, después de todo sólo se preocupaba por mí.
-¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?-dije tocándome la barriga.
Abrí la tapa del piano, que sabía tocar. Había dado clases cuando vivía en
El Castillo. Busqué en mi cuarto mis partituras, una exactamente. Era la nana de Bella, de la película de Crepúsculo, que se la tocaba Edward Cullen.
Por fin la encontré, la puse sobre el piano y empecé a tocarla. Esa canción me encantaba, igual que tocarle música al pequeño David. Cuando terminé de tocar el piano, lo cerré y me puse a tontear con el ordenador. Estaba viendo vídeos en Youtube, cuando llamaron a la puerta. Yo fui rápido a abrirla pensando que era Jonathan, pero no lo era.
-¿Qué quieres?
-¿Puedo pasar?-preguntó Xiza.
Me lo pensé unos instantes y al final la dejé pasar.
-Sí, entra.
Entró y se sentó en la silla de mi escritorio, y yo en mi cama.
-Selena, venía a disculparme.
-¿Porqué?
-Por todo, yo no sabía que Jonathan y tú estabais saliendo.
-Ah, ya-dije sin ni siquiera mirarla. No era culpa suya, pero yo no podía evitarlo.
-Selena, yo no quiero estar peleada con nadie. Y lo de echar a correr llorando, es que me dolió que dijo que me esperaría y te dejó preñada.
-No te equivoques, no fue Jonathan quien me dejó preñada.
-¿Y por qué no lo tienes con su padre?-mi cara de repente cambió de color-lo siento, soy una entrometida.
-Su padre es David, y creo que no es posible eso que has dicho.
-Lo siento, espero que me perdones.
Entonces entró Jonathan en el cuarto.
-Yo me voy-dijo Xiza y salió de allí.
Jonathan vino hacia mí.
-Selena, ¿estás bien?
-Sí, sólo quería hablar.
-Es que estás pálida. Oye Sel, tu madre está llorando deberías ir a ver qué le pasa.
-No, yo sé qué le pasa. No le hace gracia pensar que ya va a ser abuela.
-¿Se lo has dicho?-dijo Jonathan sorprendido.
-No siempre voy a poder esconder la barriga.
-Bueno tranquila, ya hablaréis-dijo y me abrazó-¿qué quieres hacer hoy?
-Voy a ir al cementerio.
A Jonathan la idea le ponía un poco nervioso, pero vino conmigo.
Primero pasamos a recoger unas flores, rosas blancas y rojas.
Después me llevó al cementerio. Fui en dirección al sitio adonde estaba
David, que conocía muy bien por desgracia.
Le dejé las flores al lado.
-Jonathan, ¿puedes dejarme sola?
-Claro, te espero en la puerta.
Me senté allí al lado y empecé a hablar.
-Sé que hace tiempo que no vengo, pero he tenido mucho lío. Lulú ha estado aquí, y mi madre perdió el bebé. Y hablando de bebés, yo voy a tener uno, un hijo tuyo. Voy a criarlo con Jonathan, que estamos empezando una relación. El niño va a llamarse David, y espero que se parezca a ti.
Bueno, yo tengo que irme, Jonathan me espera. Te quiero David, y siempre lo haré-terminé de decirlo y mandé un beso al aire.
Tras hacerlo, sentí una brisa de aire. Entonces me acordé de la frase que un día me dijo mi padre.
“El beso más hermoso, es la brisa del aire rozando tu mejilla”.
Una lágrima cayó por mi mejilla y me fui a por Jonathan.
-¿Nos vamos?
-Sí-me monté en la moto y nos fuimos.
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