"Selena, Selena" sonó mi móvil. Sonaba así porque grabé a mi primo pequeño diciendo mi nombre.
Su dulce voz me volvía loca.
Era un mensaje de Jonathan.
“¡Cariño!
Que hoy no puedo quedar, que tengo que hacer unas cosillas, mañana nos vemos ¡te quiero!”
“Genial, sábado y sin planes” pensé.
-¡Ni hablar!-chillé sin darme cuenta de que no estaba sola-Eve, ¿qué haces aquí?
-¿Jugamos?
-Ahora tengo que irme, después-le dije y salí de casa.
Tenía que averiguar qué ocurría con Jonathan. Ocultaba algo, así que me dirigí hacia la casa de Jonathan y llamé a la puerta, que abrió Jonathan.
-¡Hola! ¿Has visto mi mensaje?-dijo un poco nervioso.
-Sí, vengo a ver a Cristina.
-Claro, pasa está arriba.
Subí arriba y estaba escuchando música.
-¡Necesito tu ayuda!
-Me das miedo.
-Quiero seguir a tu hermano-se quedó un poco de piedra.
-Pero, ¿no es la confianza lo más importante?
-Tú hazme caso, ¡por favor!-le dije poniendo cara de buena.
-Vale, ¿y qué se supone que tengo que hacer yo?
-Conducir-entonces se escuchó la puerta de la calle-¡por favor!
-Vale, ¡vamos allá!
Cogimos su coche y fuimos detrás de él por lo lejos para que no se diera cuenta. Al cabo de un rato, llegamos a un sitio muy extraño, una fábrica abandonada.
Entramos un ratito después de haber entrado él, y nos escondimos detrás de unas máquinas sucias y estropeadas.
Jonathan estaba allí, con un hombre con gafas en negra, y con una gorra. Pero cuando se quitó la gorra, descubrí que no era un hombre, era una mujer. Tenía una melena larga y rubia, aunque no le veía bien la cara. Vi como Jonathan le entregaba un sobre, que ella abrió y sacó varios billetes de cincuenta euros. Lo primero que se me pasó por la cabeza no era bueno, pensé que ella se prostituía. Pero seguidamente retiré ese pensamiento, Jonathan no podía hacerme eso.
-Pero, ¿qué está haciendo mi hermano?
-Pues no tengo ni idea, pero me conviene saberlo-dije y me levanté.
-¿No irás a…? Selena, ¡vuelve aquí!-gritaba en susurros.
-¡Jonathan! ¿Qué significa esto?
-¡¿Selena?! ¿Me has seguido?
-Eso no es lo importante ahora. ¿Quién es? ¿Y por qué le das dinero?
-Te lo explicaré en otro momento, ahora vete por favor.
-Creo que dejé bien claro que tenías que venir solo, nada de acompañantes-dijo la chica.
-Ya lo sé, pero te juro que no sabía nada de esto.
-Jonathan ¿qué está pasando?
-Sel, confía en mí vete a casa y te lo explicaré todo.
-Vale, allí te espero como tardes mucho vendré a buscarte.
-Gracias por confiar en mí-me dio un beso en la mejilla y se adentró en otra parte de la fábrica con la chica.
Fui detrás de las máquinas adonde estaba Cristina y le dije que nos fuéramos.
-Gracias por ayudar, ¡eh!
-Lo siento, pero si mi hermano se entera que he sido cómplice me mata.
-Vamos a casa, lo esperaré allí.
Nos fuimos a casa, y a la media hora llegó él.
Fui corriendo y le pregunté.
-Cuéntame de qué va todo esto.
-A ver, relájate. Vamos a mi cuarto.
Subimos a su cuarto y me sentó en su cama.
-Mira, éste tema es delicado, así que ten paciencia.
-Pero ¿¡cómo quieres que tenga paciencia!? ¿Quién era ésa? ¿Y por qué le pagabas?
-Verás, esto es algo que viene desde hace tiempo. Desde que David aún vivía.
La verdad, es que esto viene por su culpa. No sé por qué, pero debía dinero, lo había pedido prestado a una pandilla que no es muy buena que digamos.
Y la verdad pidió muchísimo, no sé para qué. Ahora, cuando me escaqueo, es porque tengo que quedar con ella o porque me sale un trabajillo que no sea fijo y bien pagado.
Tengo que hacerlo, porque como mi hermano era el que lo dejó así…
Nadie puede enterarse, no sé porqué.
-Pero, ¿por qué pidió tu hermano tanto dinero?
-Es que no lo sé… ellos tampoco lo saben.
-Pues me gustaría saber porqué lo pidió.
-A mi también… Oye, gracias por confiar en mí.
-¿Es una ironía?
-En parte.
-Joder Jonathan, tú no confiaste en mí al no contármelo. Y qué querías que hiciera, en
Nochevieja no apareciste en toda la tarde, y a veces me decías que no podías quedar sin más, no sé, me merecía algo más de información ¿no?
-Sí, lo siento. Ya he terminado de pagar.
-¿Y qué hizo tu hermano con ése dinero?
-No lo sé, no me lo han dicho.
-Si necesitaba algo, podía habérmelo dicho a mí-me puse un poco triste.
-No te preocupes, ya está todo solucionado. Ahora me dedicaré a ti y a mi pequeño-dijo sonriendo.
-Mañana hago cuatro meses.
-¡Genial! Ya tienes bastante barriguita.
-Y más que me tiene que salir.
-Qué ganas tengo. Pero tendremos que trabajar.
-Bueno, tengo algunos planes en mente-dije con una sonrisa.
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