Llegamos al restaurante, y ya estaban allí todos los chicos.
-Tía, ¡ha venido Dani!-me dijo Xiza ilusionada.
-¡Vaya! ¡Qué casualidad!
-Vamos para dentro, que tengo hambre-nos dijo Cristina.
Entramos dentro y había gente, pero había algunas mesas libres. Yo me senté al lado de
Jonathan y a mi otro lado tenía a Eli.
Pedimos la comida y mientras venía y no, nos pusimos todos a charlar.
-Vienes preciosa-me susurró Jonathan al oído.
-Lo has conseguido, me has puesto colorada. Tú sí que vienes guapo.
Jonathan venía con una camisa azul turquesa y una corbata en rosa apagado. Los pantalones eran de color rosa desteñido y apagado, más o menos como la corbata.
La comida llegó cobre las once. Terminamos de comer sobre las doce y media, con el postre incluido. Salimos fuera y quedamos en vernos en el karaoke, “The Paradise of Song”.
-¡Vamos chicas!-gritó Cristina.
-No grites, tía-dijo Xiza más avergonzada por la presencia de Dani.
Nos montamos en el coche y nos fuimos. Llegamos al karaoke y había bastante gente, pero entramos igual. Cristina y Eli estaban súper animadas, pero Xiza estaba bastante cortada.
Pedimos muchas canciones, sobre todo las chicas. Cantamos “Las chicas son guerreras”,
“Sarandonga”, y muchas más. Con Dani canté una muy bonita, “Looking for Paradise”.
Dani canta genial, es una maravilla.
-¡Vamos a cantar otra!-gritó Cristina.
Cristina había bebido, y los demás también, pero ella fue a la que más fuerte le pegó. Los únicos que no bebimos fuimos Jonathan, Miguel y yo.
-¿Habéis visto a Jonathan?-pregunté.
-No sé, estaba aquí cuando cantabas-me contestó Miguel.
Entonces empezó a sonar una canción que me trajo muchos recuerdos a la mente. Aquella tarde en la playa, el primer día que lo vi en mi casa, nuestra primera vez...
La canción era “Mi princesa” de David Bisbal, y venía cantándola Jonathan.
No tenía una voz como la de Dani, pero se defendía bastante bien.
Vino y me agarró la mano mientras la cantaba. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento, pero tenía la cara húmeda, y es que estaba llorando. Justo cuando llegaba el estribillo le pasó el micrófono a Dani y se vino hacia mí para abrazarme. Estuvimos así gran parte de la canción, y después la terminamos de cantar los dos juntos.
-Te quiero-me susurró al oído al acabar la canción.
Después salió la canción de Melendi y La Húngara, “Por eso te canto”. La había pedido
Cristina y todas la cantamos saltando y riendo.
Salimos de allí a las cuatro y dimos todos un paseo por la playa.
-Gracias-le dije a Jonathan.
-¿Por qué?
-Porque si no hubiera sido por ti yo no hubiera superado la muerte de David. Hace unos meses yo no quería ni que lo mencionaran, y ahora llevo puesto el vestido de la noche en que murió. Incluso sé para qué voy a utilizar el colgante que me regaló con su nombre. Tú siempre has estado ahí haciéndome reír y cuidándome.
-Pues de nada, pero que sepas que aunque mi hermano no hubiera muerto, yo siempre iba a estar ahí para hacerte reír y cuidarte-los dos sonreímos.
-Chicos, ¿nos bañamos?-gritó Cristina.
-¡Loca! ¡Ni se te ocurra!-le dijo Jonathan bromeando.
-Echo de menos a Lulú, me recuerda a ella con sus locuras.
-Sel, ya mismo es verano, apenas queda un mes para que den vacaciones y vendrá.
-Eh, ¡mira Jonathan!-le dije señalando a Xiza.
-Pero, ¿a quién está besando?
-¡Es Dani!-dije sonriendo.
Xiza me lo iba a tener que agradecer, sino la mataba.
-Qué casualidad que hallas invitado a Dani y que se enrollara con Xiza-puse una sonrisa pícara-espera, ¡tú lo llamaste por eso!
-Cien puntos para el caballero!
-Qué gamberra.
-¿Cómo que gamberra? Más contenta está.
-¡Al agua patos!-era la voz de Cristina.
Jonathan y yo nos giramos temiéndonos lo peor. Y no fallamos, Cristina se había metido en el agua, y no sola, metió con ella a Eli. Detrás de ellos se metieron Esther, Rafa y Miguel.
-Mejor nos quedamos fuera ¿no?-dijo Jonathan.
-Sí-los dos empezamos a reírnos a carcajadas.
-Oye Selena, que me voy con Dani-me dijo Xiza acercándose a mí con una sonrisa nerviosa, contenta e incluso me atrevo a decir un poquito insegura.
-Claro, mañana nos vemos.
-Díselo a Cristina.
-No te preocupes, hasta mañana. Y usa precaución, no te pase lo mismo que a mí-esto último se lo dije en el oído.
-Pero que no vamos a hacer nada.
-Sólo aviso-le eché una de mis mejores sonrisas y se fue.
-¡Chicos venid al agua!-nos gritaba Cristina.
-No, ¡Que tengo que quedarme con Selena!-gritó Jonathan.
-¡Que venga también!
-¡Es que...!
-¡Ni hablar! ¡Que mi niño me sale enfermito!-gritó Jonathan sin dejarme responder.
-¡Ole sus huevos qué padrazo! ¡Jonathan, Jonathan Jonathan!-gritaba haciendo reverencias.
-Jonathan tu hermana está ya bastante pedo, deberíais iros a casa.
-Tiene ya sus veinte años Selena, yo no puedo hacer nada. Sólo puedo aconsejarle qué es lo mejor.
Entonces salió del agua y vino hacia mí empapada.
-Selena, ¡vámonos de disco!
-No puedo Cristina, tengo que volver a casa.
-Jonathan, tú si te vendrás ¿no? Va hermanito, ¡vamos, venga, por favor!
-Cristina yo me voy a casa y deberías venirte ya, que son las cinco y media de la mañana.
-Mira Jonathan, que yo me voy a la discoteca con éstos, si no queréis venir pues no vengáis.
-Vale, pues muy bien que haces. ¡Rafa, ven!
-¿Qué pasa Jonathan?
-Vigílame a Cristina por favor, que va demasiado pedo.
-Venga, no te preocupes tío.
-Selena, yo voy a ir con éstas si no te importa ¿vale?-me dijo Eli viniendo hacia mí.
-Claro, mañana nos vemos-nos dimos un beso en la mejilla y se fue con ellos.
-Sel, vamos que te acompaño a casa.
-Sí, que estoy bastante cansada.
Fuimos andando y al rato llegamos a mi casa.
-Me da cosa que te vayas solo es muy tarde.
-¿Y qué le hago yo? Volando no puedo ir.
-Mira llamamos a Rafa y cuando valla a irse que se pase por aquí no creo que vaya a irse muy tarde.
Llamé a Rafa y quedé con él a las seis y media en mi puerta.
Subimos a mi cuarto y estuvimos hablando sobre el futuro que teníamos pensado tirados en la cama.
-Son las seis y veinticinco, vámonos para abajo-me dijo Jonathan.
-Pero no hagas ruido, que están durmiendo.
Bajamos abajo y al ratito llegó Rafa, con Esther y Eli.
-Eli, ¿dónde vas?-le pregunté.
-Pues que he aprovechado que venían aquí para que me soltaran.
-Oye Rafa, ¿quién se ha ido con mi hermana en el coche?
-Miguel, y tranquilo, que conducía él. Tu hermana no estaba como para conducir. Ahora tengo que recogerlo en tu casa, así que vamos.
-Hasta mañana cariño, te quiero-me besó y se montó en el coche.
Subí a mi habitación y me acosté pensando en la cita que tenía al día siguiente con la mujer de las deudas.
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