jueves, 29 de julio de 2010

Cap.37 Pesadillas.

Me desperté y miré el reloj, eran las tres de la tarde. No tenía hambre, pero bajé abajo.
Había una nota de mi madre en la nevera.
“Cielo, Eve está en el colegio y come en casa de su amiga, y Pedro está trabajando. Yo he ido de compras, y de paso a ver a los abuelos a Luna. Te iba a decir que vinieras, pero me daba cosa despertarte, pues no has dormido apenas por la noche. Si te sientes mal llámame.
Te quiero”.
Decidí subir a mi habitación y estudiar un poco, que aunque no me hacía mucha falta me vendría bien repasar por si acaso. Entré en mi habitación y cerré la puerta. Al cerrarla, me miré en el espejo que colgaba de mi puerta, me veía de cuerpo entero, ya que era largo. Me subí la camiseta por debajo del pecho y me puse de perfil. Estaba muy gorda. Pero lo que captó mi atención fue los moratones de mi barriga. Una sensación de dolor me recorrió el cuerpo.
También tenía por los brazos, de haberme agarrado, pero se me quitarían. Me tumbé en mi cama y me puse a estudiar un poco de todo. Estudié naturales, sociales, y me puse a estudiar lengua cuando me quedé dormida.
“No saldrás viva de ésta, me voy a vengar-sentí la voz de aquella muchacha rubia-voy a hacer que tu vida sea un infierno-dijo y me quitaron mi niño de mis brazos. Intenté gritar y correr pero sentía que no podía, que aunque intentaba avanzar no podía moverme…”
Me desperté chillando, llorando y sudando. Era el móvil, que estaba sonando el culpable de que me hubiera despertado, y fuera quien fuera iba a estarle muy agradecido.
-Sel, ¿estás en casa? He llamado a la puerta pero no me abría nadie.
-Jonathan, ¿eres tú?-le dije entre sollozos.
-Sel, ¿estás bien?
-No… ¡NO!-entonces empecé a llorar y chillar.
-¡Selena! ¡Ábreme!
No sé cómo lo hice pero conseguí bajar y abrirle la puerta.
-¿Estás bien?-dijo abrazándome, aunque yo no le contesté-vamos a sentarte.
Me sentó en el sofá y me preparó un vaso de leche caliente con cola-cao.
-Dime cariño, ¿qué te ha pasado?
-No…
-No, ¿qué?
-Mi niño, me lo quieren quitar.
-¿Cómo? No entiendo nada Selena.
-Me quedé dormida y…
-Ah, vale. Cariño ha sido sólo una pesadilla. Tranquila, nadie te va a quitar a David.
-Ya lo sé… pero era tan real…
-Venga, ya ha pasado. ¿Y tus padres?
-Mamá está en Luna, Eve se ha quedado a comer y jugar a la casa de una amiga, y Pedro está trabajando.
-Vaya, siempre sola. Yo creo que podría mudarme aquí y ni se enterarían ¿eh?
-¿Enserio?-dije ilusionada.
-Selena, era una broma-dijo riéndose.
-Oh…-dije decepcionada.
-Deberías descansar, vamos arriba.
Subimos arriba y me sacó un camisón blanco de mi armario.
-Toma, póntelo. Si quieres me salgo de la habitación.
-No, da igual.
Me quité la camiseta y el pantalón de chándal que llevaba y me fijé en cómo Jonathan me miraba la barriga y los brazos llenos de heridas con cara de dolor.
-Eh-le dije levantándole la cara- no querrás que mi niño vea a su papi triste, ¿no?-parece que oír la palabra padre le hizo sonreír.
-Por supuesto que no. Oye, por si acaso, ¿podemos ir mañana al ginecólogo?
-Claro, si te quedas más tranquilo, no hay problema-le dije sonriendo.
Me puse el camisón y sonó la puerta.
-Yo abro, tú túmbate en la cama y descansa.
Jonathan bajó abajo y abrió la puerta.
-Está arriba, dile que yo me quedo abajo para que habléis de vuestras cosas-le escuché decir.
Unos segundos después entró Eli en mi cuarto.
-Hola guapa-dijo sonriendo.
-Hola-le respondí con otra sonrisa.
-Como no, te he traído los apuntes y deberes, que ya se acercan los finales.
-Muchas gracias, aunque quería pedirte un favor un poco comprometedor.
-Claro, dime.
-En primer lugar, dile a los maestros que no iré más, sólo para los exámenes. Y en segundo lugar, que me hagas de "profe" particular, dicho así, sólo para materias como matemáticas, que no tienen apuntes.
-Claro que sí tonta, y ahora me voy, que abajo te espera tu príncipe, ¡princesa!-me dio un beso en la mejilla y se fue.
Al poco rato, subió Jonathan.
-Qué poco habéis estado, ¿no?
-Sólo ha venido a traerme los apuntes, voy a dejar de ir al instituto.
-¿Qué? Selena, que ya son los finales...
-A los exámenes sí que iré.
-Bueno, como quieras.
-Oye Jonathan, una pregunta que no tiene nada que ver.
-Diga usted.
-¿Cómo supiste que iba a la fábrica?
-Gracias a Cristina, si no, no hubiera ido. También llamó a la policía mientras yo entraba.
-¿Has traído tu moto?
-Sí, ¿por qué?
-Quiero ir a ver a Cristina.
-Vale, pero después, ahora descansa.
Me tumbé y me sonó el móvil. Era Lulú, lo puse en altavoz para que Jonathan también oyera.
-Sele, ¿has parido?
-No, pero si-iba a seguir, pero me interrumpió.
-¿Ha muerto Toby?
-Pues no.
-¿Te ha tocado la lotería?
-No-dije riéndome.
Entonces no encuentro razón para que estos días ¡no te hayas conectado, no me hayas llamado ni me hallas cogido el móvil!
-Lo siento Lulú, de verdad.
Le conté todo lo que había pasado y le pregunté cuándo vendría.
-Pues no sé, cuando acabe el trimestre ¿no?
-Sabes que ésta casa siempre estará preparada para tu llegada.
-Bueno, te dejo, que Cristian tiene que estar a punto de llegar.
-Venga loca, te quiero mucho.
-Yo más, ¡besos!
Colgó el móvil y Jonathan empezó a reírse.
-¿Qué pasa?
-Creo adivinar quién será la madrina del pequeño, ¿no?
-¡Sí!-empecé a chillar como loca y riéndome.
-Oye, ¿cuándo haces los nueve meses?
-Bueno, pues debería salir de cuentas a finales de junio.
-Se me van a hacer muy largos-los dos sonreímos.

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