jueves, 29 de julio de 2010

Cap.38 Jennifer.

-Cielo, despierta-sabía quién era desde que oí la palabra "cielo".
-¿Dónde está Jonathan? ¿Qué hora es?
-Cariño, Jonathan tenía examen hoy y se ha ido al instituto.
-Pero ¿qué hora es?-pregunté, ya que me había quedado dormida por la tarde estando Jonathan allí.
-Son las nueve de la mañana, has estado dormida,
-¿Y para qué me despiertas?
-Tienes que comer, o el niño va a salirte anoréxico.
-Ahora bajo.
-Te he preparado creps y un vaso de leche.
-¿Hay sirope de chocolate?
-Claro-dijo sonriendo-pero como comas mucha te va a salir el niño glotón.
-No pasa nada, así se parece a sus padres, David era muy glotón también.
-Le echas de menos, ¿verdad?
-Sí, y no imaginas cuánto. Menos mal que tengo siempre a Jonathan ahí, que lo quiero mucho.
-Genial. ¿Sabes ya quiénes serán la madrina y el padrino?
-La madrina hemos pensado que puede ser Lulú.
-Ah, Lulú. ¿Cuándo vendrá?
-Cuando den las vacaciones de Semana Santa.
-Ah, entonces falta poco-las dos sonreímos-bueno tengo que irme a trabajar, que llego tarde.
-Adiós-me dio su habitual beso en la frente y se fue.
Yo bajé abajo y me comí lo que me había preparado mi madre para desayunar y me puse a ver el canal Disney Channel.
Me estaba aburriendo así que decidí ir a dar un paseo.
Subí arriba y me vestí con unos pitillos negros y una camiseta ancha roja para ocultar tripita y unas converse rojas. Cogí mi móvil y mis llaves y me fui.
Por mi calle no había nadie, y eso que a las diez ya solía haber gente. Seguí mi paseo escuchando música en mi mp4. Al cabo de un rato llegué a un parque, vacío como no.
Los niños estarían en el colegio o en alguna guardería. Seguí caminando hasta llegar a la playa a la que solía ir. Seguí caminando sin saber bien ni donde me dirigía, vamos que no tenía rumbo fijo. No sé cómo, pero acabé en una guardería, o un colegio, donde como antes dije, estaban los niños. Y para mi suerte, estaban de recreo. Me asomé a la reja, y me quedé allí, mirando. Todos los niños corrían y reían como locos. Me encantaba verlos, desde los que jugaban a ser superhéroes, hasta las que eran princesas, o divinas.
Una chiquilla, se acercó hacia mí. Tendría unos tres añitos, y era rubita. La verdad se daba un aire a alguien… ¿Cristina? Sí, Cristina. Llevaba puesta una faldita y una camisetita con unas manoletinas.
-Hola guapa, ¿cómo te llamas?
-Hola, yo me llamo Jennifer, ¿y tú?-tenía una voz súper dulce, una voz de niña buena.
-Yo soy Selena.
-Como la de Los Magos de Waverly Place-lo pronunció un poco raro, pero la entendí.
-Sí, como esa-le sonreí y ella hizo lo mismo.
No sabía por qué, pero me daba demasiado aire familiar.
-¿Y qué estás en el colegio guapa?
-No, esto es un orfanato.
-¿Y por qué estás aquí?-no era la mejor pregunta para formularle a una niña pequeña, pero la dije sin pensarlo, me salió así.
-Es que mi mamá tuvo que irse pero algún día vendrá a por mí, yo lo sé.
-Oye, ¿te gustaría que viniera mañana a verte y te trajera chuches?
-¡Sí!-gritó ilusionada.
-Pero tienes que decirme una cosita, ¿cuáles son tus apellidos?
-Me llamo Jennifer Castillo.
¡¿Castillo?! David Castillo, Jonathan Castillo, qué casualidad. Pero.... ¡CRISTINA CASTILLO!
Aunque a un hijo se le suele poner el apellido del padre como primer apellido, podría ser.
A lo mejor Jennifer era hija de Cristina, pero había algunas cosas que no me cuadraban.
-Bueno preciosa, yo tengo que irme, pero te prometo que mañana voy a venir a verte.
-Vale hasta mañana-me dijo y me lanzó un beso al aire.
Típico de niños pequeños, coger confianza con todo el mundo y en poco tiempo.
Me dirigí hacia la casa de Cristina, tenía que averiguar más cosas, pues no sabía por qué esto me tenía muy intrigada.
Fui dando un paseo con mi mp4, y tardé un ratillo en llegar.
Llamé al timbre, y no tardó en abrir.
-Cristina tengo que hablar contigo.
-¡Selena! Genial, entra y nos cuentas-¿nos cuentas?
-¡Selena! ¡Qué alegría verte!-con Xiza allí no podía contárselo, esperaría otro momento.
-¿Qué querías contarme?-preguntó Cristina.
-No, nada que para finales de junio vendrá el pequeño-sonreí.
-¡Qué bien!-gritaron las dos al unísono.
-Oye chicas, ¿qué hora es?
-Son las doce y media-me contestó Xiza.
-Bueno, pues yo voy a irme.
-Pero Selena, acabas de llegar, no creo que vinieras sólo para decirme lo del bebé, ¿no?
-Es que pasaba por aquí, y bueno no sé.
-¿No te irás andando no? Que con ese tripón...-las tres nos reímos.
-Tranquila, que cojo el autobús.
-Vale, cuando necesites algo llámame, ¡eh!
Salí de allí y me fui a la estación de autobuses más cercana. Tardé un cuarto de hora, y hasta la una no salía ningún autobús, así que decidí esperar. Mientras mi mp4 me acompañara no iba a pasar nada. Llegó el autobús, me subí, le pagué al conductor y me senté ni muy atrás ni muy adelante, pensando en mis cosas. Sobre la una y cuarto llegué a mi casa, adonde me recibió
Toby.
-¿Y la cosa más bonita?
Me encantaba cuando movía el rabito y se ponía a juguetear.
Subí a mi habitación y me a leer un libro del que me examinaba en el instituto.
De repente, me sonó el móvil, un número privado.
-¿Qué, reconoces mi voz?

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