jueves, 29 de julio de 2010

Cap.41 Quedada de nuevoe en la fábrica.

Llegamos a la comisaría y preguntamos por el agente de policía Antonio Rosa.
-Está en aquel despacho.
Fuimos y llamamos en el despacho.
-¡Adelante!
-Hola Sr. Antonio-dije abriendo la puerta.
-Ah, hola Selena, pasa y siéntate. Bueno, sentaros mejor dicho-dijo cuando vio a Jonathan.
-Vengo por lo que hablamos ayer.
-Claro, tengo el equipo y la furgoneta preparados.
-¿Será suficiente esto para que la metan en la cárcel?
-Tenemos indicios de que la muchacha esa es la cabecilla de varios robos y atracos. Si realmente es ella, serás una heroína. Ahora, una pregunta, ¿tú estás segura? Es peligroso, y tengo entendido que ella ya te ha pegado una paliza.
-Da igual, yo quiero ir, soy valiente.
-Si no lo dudo, pero en tu estado…
-Quiero hacerlo-podía ver la cara llena de dolor y tristeza de Jonathan, que no estaba nada a favor.
-Está bien, pues no hay nada más que hablar.
Se levantó y lo seguimos. Entramos en una especie de laboratorio, adonde había una señora con una bata blanca.
-Sonia, por favor, prepárala para el caso que te hablé.
-Vale, ven por aquí chica.
Fuimos a una sala y me pidió que me quitara la camiseta, y yo lo hice. Sonia era bajita, joven, morena y con gafas.
-Voy a ponerte este micrófono para que podamos oír todo lo que habláis-era muy pequeño, como un auricular.
-¿Y si tenéis que decirme algo?
-Un segundo-terminó de ponerme el micro con cinta aislante.
-Por si queremos hablarte, llevarás esto-dijo señalándome un aparatito. Era como un tapón para los oídos, muy pequeño y del color de la piel.
-¿Con esto os podré oír?
-Sí, estate quieta y te lo pongo.
Me lo puso y fuimos con Jonathan y Antonio.
-¿Lo tiene todo ya?-preguntó Antonio.
-Sí, podemos irnos-le respondió ella.
Salimos afuera y nos metimos en una furgoneta llena de aparatos y máquinas en la parte trasera.
Por fuera, era como una furgoneta de llevar y traer fruta, con estampados de fruta y una marca que no recuerdo muy bien, ya que no le di mucha importancia.
-Selena, ahora tenemos que ver si el volumen está bien, ¿vale?-dijo Antonio.
-Vale, ¿qué hago?
-Para empezar, tienes que hablar en una postura normal, como lo harías con ella-me dijo Sonia.
-Claro. Hola, probando, probando, ¿va bien?
-Va genial. Ahora tienes que decirnos cómo nos oyes, así que salte de la furgoneta y dinos cuándo nos oyes bien.
Me salí de la furgoneta y empezamos a hablar.
-Hola chicos, habladme.
# ¿Va bien así?-escuché únicamente por mi oído derecho.
-Un poco más fuerte.
# ¿Ya?
-De lujo-dije y entré en la furgoneta.
Ya estaba todo listo y nos fuimos dirección a la fábrica. A mí me soltaron cerca de la fábrica para que fuera andando.
-Selena, estaremos cerca, si necesitas ayuda grítalo y estaremos allí en un momentito.
-Claro.
Me fui andando y escuché que alguien me hablaba por el pinganillo.
# Selena, ¿me oyes?
-Sí, te oigo Antonio.
# Soy Jonathan, ten mucho cuidado, no soportaría perderte... te amo Selena-cuando oí esto, cayó una lágrima por mi mejilla.
# Selena.
-¿Jonathan?
# Soy Antonio, son las seis y media, ¿estás preparada?
-Claro, pero ella aún no ha llegado.
# Pues espérate.
Cinco minutos después, volvieron a hablarme.
# Selena, va par allá. Trata de preguntarle adónde vais a ir.
-Está bien.
Sentí un escalofrío por la espalda y suspiré.
Llegó hasta mí y me hizo una señal para que la siguiera.
-Oye, ¿puedo saber tu nombre?-le pregunté.
-No creo que sea necesario.
-Pues si quieres mi silencio tendrás que decírmelo-dije parándome.
-Soy Noelia, ¿podemos seguir? Quiero acabar con esto.
-¿Dónde vamos?-dije retomando la marcha.
-Vamos a un sitio.
-Dime cuál, ¿no? Me merezco saber adónde me llevan.
-Mira esto es lo último que te digo, vamos a las afueras de la ciudad a un descampado.
-¿Por qué tan lejos? Si sólo vamos a hablar.
-Porque así me aseguro que estamos solas.
-Una última pregunta.
-¿Qué quieres?
-¿Por qué quieres mi silencio? A lo mejor no te encarcelan, sólo te ponen una multa.
-Mira bonita, tu paliza no es la única que he dado, ni mucho menos. He hecho cosas peores.
# Selena, vamos a atraparla ya, tenemos lo que buscábamos.
-No-dije tan bajito que ni ella pudo oírme-yo aún no tengo lo que buscaba, esperaos un rato.
# Bueno, vamos a ir yendo para allá. Si necesitas algo avísanos, estaremos en contacto.
-Sí.
-Sí, ¿qué? ¿Hablas sola?
-No, que sí que me parece bien ir allí.
En un ratito llegamos allí. Efectivamente, era grande y no había nadie. Cuando nos adentramos vi en una acera aparcada la furgoneta con estampados de fruta.
-Ya hemos llegado.
# Genial.
-Sí, hemos llegado.
-Ahora cuéntame, ¿para qué quería David el dinero?
-Para unos billetes de avión y la estancia en un hotel de cuatro estrellas.
-¿Qué?
-Iba a dárselos a no sé quien para su cumpleaños, por septiembre más o menos.
Me quedé allí, petrificada como una verdadera imbécil.
# Selena, sácale cosas.
-Muchas gracias.
-No, de gracias nada, tengo que asegurarme tu silencio.
-Pues asegurado, no diré nada.
-Eso no me sirve.
-¿Cómo que no te sirve?
-No puedo dejar que te vayas así como así.
# Selena, entretenla un segundo, estamos casi detrás vuestra, la cogeremos por detrás.
-¿Y por qué? Ese era el trato Noelia.
-¿Qué te creías? ¿Qué iba a decirte mi nombre y mis antecedentes penales y te dejaría ir?
La llevas cruda-dijo y empezó a reírse.
-¿Y qué vas a hacer?
-Pues, probar con esto-dijo sacando una pistola.
-¿Qué haces tú con eso?
-Pues jugar a los policías, ¿no lo ves?
-¡Socorro!-grité.
-Nadie va a oírte, por eso te he traído aquí.
De repente se tiraron sobre ella doblándole los brazos detrás de la espalda. Tiraron la pistola al suelo y le pusieron las esposas.
Yo suspiré de alivio y Jonathan vino corriendo a abrazarme.
-¿Estás bien?
-Sí, lo estoy-dije y me fui en busca de Noelia.
-¿Y tú qué te creías? ¿Que iba a quedar contigo a solas?
-¡Zorra! Prometo encontrarte, ¡lo prometo!
Antonio se la llevó y la metió en un coche patrulla que habrían llamado ellos.
-Selena, tienes que pasarte por comisaría para que te quitemos los aparatos.
-Claro, vamos.
De camino Antonio hablaba con Sonia, pero yo me limitaba a estar callada pensando.
¿Billetes de avión? ¿Estancia en un hotel? ¿En septiembre? O era demasiada casualidad, o ese era mi regalo de cumpleaños...
-¿Estás bien Sel?-dijo Jonathan irrumpiendo en mis pensamientos.
-Sí, tranquilo.
Llegamos a la comisaría y me quitó los micros. Después, nos fuimos con la moto de Jonathan, que estaba aparcada en los aparcamientos de la comisaría, hasta mi casa.
-Hola cielo, ¿habéis estudiado?-me preguntó mi madre al entrar.
-Sí. Por cierto, ya han detenido a la chica que me dio una paliza.
-No sabes cuándo me alegro cariño-dijo dándome un abrazo.
-Nos vamos arriba, a ver una peli o lo que sea.
Subimos arriba y él cogió mi ordenador, y yo me puse a hacer un resumen de un libro, pues en tres o cuatro días tenía el examen.
-¿Qué día es hoy?
-Hoy es día 23 de febrero.
-Vale, gracias.
-Selena, ven por favor, tenemos que hablar.
-¿Qué pasa?
-No, ¿qué te pasa a ti? Estás muy rara desde que esta tarde se llevaron a la rubia.
-¿Sabes ya para qué quería tu hermano el dinero?
-No, no me enteré muy bien.
-Pues lo quería para unos billetes de avión y para pagar la estancia en un hotel de cuatro estrellas. ¡Era mi regalo de cumpleaños!-grité y empecé a llorar.
-Eh, tranquila cariño-dijo y me abrazó. Estuvimos un rato en silencio y después se atrevió a hablar.
-¿Realmente es eso lo que te pasa?
-Bueno, hay una cosilla más…
-¿Cuál?
-Mañana es el cumpleaños de mi padre…
-Lo siento mucho Selena, creo que deberías acostarte estás cansada.
-¿Qué hora es?
-Son las diez menos veinte.
-Pues creo que sí lo haré.
-Yo mañana sí que voy al instituto.
“Y yo al orfanato” pensé.
-Venga, acuéstate que te doy un besito de buenas noches-dijo sonriendo.
Me puse el pijama y me metí en mi cama. Él me tapó y me dio un beso en la boca y otro en la mejilla. Después se fue.
Al rato me quedé dormida, sabía que a partir de ahora la rutina iba a ser la protagonista en mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario