Nos acercamos al edificio y miré la hora de mi móvil, eran las doce menos veinte, el recreo había empezado hace un ratito. –Selena, ¿seguro que podemos entrar? -Claro que sí, yo llevo viniendo ya algún tiempo. –Pues entonces tú primera-dijo señalándome la puerta de la entrada, se la notaba nerviosa. Abrí la puerta de fuera, y entré. Nos adentramos unos pasos para llamar al timbre. Me abrió el conserje, Felipe. – ¡Hola Selena! Jenny me ha preguntado por ti, estaba impaciente por verte.
-Pues vamos, que yo también quiero verla. Ah, espera Felipe-dije antes de que se fuera-esta es Cristina, una amiga.
-Encantado Cristina-ella sólo asintió tímidamente sonriendo, pues estaba muy nerviosa-venga, que os abro.
Entramos adentro y nos abrió la puerta que daba la patio trasero, donde conocí a Jennifer y la veía diariamente.
En cuanto abrió la puerta, Jennifer vino corriendo hacia mí y me abrazó, a lo que yo respondí con un beso en la mejilla.
-¡Selena! ¿Por qué vienes tan tarde? Creí que no ibas a venir.
-Tú sabes que vengo todos los días, boba.
-Sel… esto… Selena… ¡es ella…!
-Sí, es ella. Jenny, esta es Cristina, una amiga mía.
-Hola Cristina-dijo sonriendo-es muy guapa-me susurró al oído.
-Hola Jenny, ¿cómo estás?
-Bien, gracias. Selena yo no quiero vivir más aquí, los niños se meten conmigo, quiero irme contigo.
-¿Y por qué lo hacen?-preguntó Cristina.
Cristina tenía un brillo en los ojos que nunca le había visto, se notaba que estaba muy emocionada. Incluso me pareció ver una lágrima por su mejilla.
-Dicen que soy una mentirosa. Es que yo digo que mi mamá va a venir a buscarme, pero ellos dicen que no pero yo sé que sí.
-Cristina se quedó pálida, sin mover ni un músculo.
-Jenny cariño, tengo que ir a hablar con la profe, ¿te quedas hablando con Cristina?
-¿Vas a volver?
-¡Claro! Hasta ahora guapa-le di un beso en la mejilla y la solté en el suelo. Cristina, tú habla con ella y cuéntaselo.
-Pero, ¿y si no se lo toma bien?
-No te eches atrás, venga sé que puedes-le di un abrazo y me fui hacia dentro, donde me encontré de nuevo con Felipe, que estaba limpiando.
-Felipe, ¿la encargada de adopciones?
-En su despacho, ¿sabes dónde está?
-Sí, ¡muchas gracias!
-¡Nada, hombre!
Me dirigí hacia allí y llamé a la puerta en la que había un cartel que ponía “Sra. Sánchez”
-¡Adelante!
Hice caso y entré. El despacho estaba perfecto.
Era muy típico, con su escritorio súper ordenado, sus sillas y unos sillones. También había una estantería con libros.
-Hola, soy Selena, quería hablar con usted.
-Encantada Selena, soy Ana. ¿Tiene algo que ver con temas de adopción?
-Sí, quería discutir la posibilidad de adoptar a una niña.
-Bueno, eres muy joven, ¿no? ¿Cuántos años tienes? Y esperas un bebé, ¿no?
-Sí, sí, no es para mí. Verá, es Cristina, mi amiga, que prácticamente es la madre de la niña.
-¿Su madre?
-Sí.
-¿De qué niña hablamos?
-Jennifer Castillo.
-¿Y cómo se llama la madre?
-Cristina Castillo.
-Un momento, por favor. Guardamos un informe sobre la verdadera familia de todos los niños, por si acaso.
Jennifer Castillo, ¿no?
-Sí, es ella.
-Eh, sí, aquí está, Jennifer Castillo. Su madre, Cristina Castillo, de 18 años, la dio en adopción pues era muy joven y tenía miedo. Del padre no sabemos nada.
-¡Es ella! ¡Es su madre! ¿Podrá adoptarla?
-Bueno, lo cierto es que tendrá que cumplir unos requisitos mínimos, como las adopciones normales, pero tengo que decir que el hecho de que ella sea su madre le hace ganar puntos.
-Muchas gracias, de verdad. Bueno, tengo que irme, el recreo habrá terminado.
Salí afuera muy emocionada y fui en busca de Cristina, que estaba con Jennifer.
-¡Chicos!-les grité para que supieran que estaba allí.
Jenny vino corriendo hacia mí, como lo había hecho hace un rato.
-Selena, que dice Cristina que ella es mi mamá.
-Pues si ella lo dice es porque será verdad, ¿no?
Ella nunca miente.
-Pero, ¿cómo lo sabes?
-Pues mira, las dos sois rubias y tenéis la misma nariz-le dije cogiéndole su pequeña nariz y ella comenzó a reírse-y porque tenéis el mismo apellido… por muchas cosas pequeñaja-entonces llegó Cristina.
-Hola chicas.
-Hola mamá-dijo muy contenta Jenny. A Cristina pareció haberla pillado desprevenida.
-Bueno Jenny, nosotras tenemos que irnos, y tú tienes que irte a clase.
-No, no os valláis-dijo sollozando, como si fuera a romper a llorar-llévame contigo Selena, aquí me insultan.
-Jenny te prometo que te voy a sacar de aquí, y vivirás con tu mamá y serás muy feliz.
-¿Cuándo? Yo quiero ya…
-Pronto, no te preocupes, ahora vete a clase-le di un beso en la mejilla y se fue llorando. Cristina aún seguí empanada.
-Cristina, vámonos.
-Me… me ha dicho mamá-dijo con la mirada perdida.
-Vamos, dije y la empujé hacia la puerta.
Nos montamos en el coche y ella fue tan callada como antes, aunque yo sí le hablé.
-He hablado con la encargada de adopciones, y dice que tienes que cumplir unos requisitos mínimos, pero tienes más posibilidades al ser su madre para poder adoptarla.
-¡¿Qué?!-dijo y frenó en seco, casi nos matamos.
-Tranquila, que nos vas a matar.
-¿Cómo que adoptarla?-me gritó.
-Claro, es tu hija. Querrás tenerla en tu casa, ¿no?
Pero, ¿qué le digo yo a mis padres?
-Pues yo creo que es hora de que se lo cuentes todo, que ya eres mayorcita.
-Bueno, ya veré lo que hago-dijo y volvió a arrancar el coche-¿dónde te llevo?
-A mi casa, que tengo cosas que hacer.
-Vale. Oye, Jonathan no sabe nada, ¿no?
-No, nadie sabe que yo he estado yendo a ver a Jenny, ni saben de su existencia.
Cristina suspiró profundamente.
-Esto va a ser muy duro para mí.
-Relájate, lo van a entender todo.
No volvimos a hablar, me llevó a casa y ella se fue hacia la suya, supongo.
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