jueves, 29 de julio de 2010

Cap.46 Reconciliación.

-¡Selena! ¿Qué habrá para cenar?-me dijo Eve cuando se fueron Pedro y mi madre.
-Vaya, no lo había pensado.
-Pero algo tendremos que comer.
-Tengo una idea, ¡pizzas para todos!
-¡Bien!-gritaron los tres a la vez.
-Voy a llamar, mientras vosotros poned una peli.
-¿Cuál?
-La que queráis.
Ellos fueron a poner una película, exactamente la de “Shrek”, y yo mientras llamaba para encargar unas pizzas. Pedí tres pizzas, una para mí y dos para ellos tres, ya que no serían capaces de comerse una pizza cada uno.
“¡Haz lo que te dé la gana!” “¡Estás loca! ¡Estarás a punto de parir!”
Las oraciones de Jonathan y las preguntas sin respuesta volvieron a invadir mi cabeza. Jonathan se había ido demasiado cabreado, nunca lo había visto así. ¿Me perdonaría? U otra pregunta, ¿tenía algo de qué perdonarme? ¿Tenía yo la culpa? No podía dejar de imaginarme que iba a dejarme… Si él me dejaba, yo me moría, y no sólo porque me dejaría sola con un hijo, sino porque lo quería. Lo quería mucho. Él me hacía sentir única, como si yo fuera alguien importante para el mundo. Lo necesitaba para ser feliz, no podía volver a decaer.
-Selena, ¿estás sorda? ¡La puerta!
-Eh, sí, ya voy.
Me había quedado tan metida en mis movidas que no había oído la puerta.
-¡Voy!-grité-primero fui a por el dinero para pagar al repartidor de pizzas.
Abrí la puerta sonriendo para dar buena imagen al muchacho o a la muchacha.
-¿Qué…? ¿Qué haces tú aquí?
-Sel… necesitaba verte…-la cara de Jonathan estaba seria, sin expresión.
-Pues ya me estás viendo.
-Venga Sel, no seas así.
-Cómo, ¿lo de ser madre adolescente? ¿O lo de ser una persona con sentimientos? Y un sentimiento, ¡es la nostalgia!
-Pero Sel, es que ¡estás embarazada!
-Perdonen, siento interrumpir, ¿han pedido comida para llevar?-dijo un muchacho con una gorra roja que tenía el logotipo de una pizza estampada.
-Sí, claro-dije sonriendo-¿cuánto es?
-Son dieciséis euros con cincuenta.
-Toma, quédate con el cambio-le dije extendiéndole el dinero, diecisiete euros.
-Gracias-dijo y se fue.
-Sel, tenemos una conversación pendiente.
-Ahora voy a comer con mi hermana y sus amigos, si quieres entras y te esperas, y si no, adiós-dije cerrando la puerta, pero no me dejó terminar de hacerlo.
-Espera, espera, que me quedo.
Entramos y vimos la película con los niños, mientras nos comimos las pizzas. Al principio la situación estuvo tensa, pero procurábamos que los niños no lo notaban, así que cuando ellos miraban, nosotros nos reíamos.
Jonathan había venido, y eso era por algo. Me quería, y no iba a dejarme, aunque no sé porqué me había rallado tanto, si sabía que él me quería. Pero, ¿volvería a irse dando un portazo? Últimamente pensaba demasiado, tanto que me olvidaba del exterior.
-¡Sel! Sé que estás enfadada, pero no me ignores así.
-Lo siento, estaba pensando. ¿Y los niños?
-Pero, ¿no lo has oído? Han ido al cuarto de tu hermana, para jugar a yo no sé qué.
-Bueno, pues mejor, así podemos hablar tranquilos. Jonathan, yo sé que es precipitado, pero quiero ir a ver a mis abuelos, y a mis amigos.
-Pero Sel, comprende que estoy preocupado, en ese tiempo estarás a punto de dar a luz, ¿y si se te adelanta el parto?
-Jonathan, por favor…
-Bueno, pero prométeme que si pasa lo más mínimo me llamarás, para que pueda ir allí cuanto antes.
-Prometido-dije levantando la mano derecha.
Me abrazó y me dio un beso.
-Te quiero Sel.
-Y yo a ti, John.
Estuvimos viendo “Shrek 2” en DVD, ya que al haber visto antes la primera, teníamos ganas de verla. Vimos toda la película abrazaditos, me encantaba la reconciliación.
Terminó la película y estuvimos hablando.
-Yo debería irme, se me hace tarde.
-Quédate conmigo.
-Pero sólo un rato, eh.
-No, quédate a dormir conmigo.
-Pero, ¿tus padres…?
-No van a dormir aquí, se han ido a una fiesta. Además, dejaron dormir a tu hermano, no veo problema en que te quedaras tú.
Recordé cada segundo de aquella noche, nuestra primera noche juntos. Abrazados en la cama, besándonos… Era una sensación fantástica.
-Entonces me quedo, mis padres ni siquiera están en casa.
-Por lo menos llama a Cristina, que no se preocupe.
-Claro, voy a tu cuarto a llamar.
Yo fui al cuarto de mi hermana, ya estaban dormidos los tres.
“Te quiero Sel” resonaron las palabras de Jonathan en mi cabeza.
Jonathan ya no se enfadaría si yo fuera al viaje, y eso era genial.
-Sel, ¿qué haces sola en medio del pasillo?
-Pensar en mis tonterías.
-Oye, que he pensado que deberíamos ir comprando cosas para el bebé, ¿no?-dijo y me eché a reír ante sus palabras.
-¿Qué pasa? Es normal ¿no?
-Ven-le dije abriéndole la puerta de la habitación del que iba a ser mi hermano pequeño.
-Guau Sel, ¿todo esto es para David?
-Todo.
-¡Pero si hay ropita! ¡Y un carrito!-empezó a gritar entusiasmado.
-No grites, que despiertas a los niños.
-Perdón, pero es que tengo tanta ilusión…
-Y yo mi vida, y yo.

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