jueves, 29 de julio de 2010

Cap.8 Karaoke

Sí… era la voz de Jonathan.
-Pero si sólo han pasado unos meses.
-Unos siete, exactamente desde Navidad.
-Valla memoria.
-¿Sabes? Aún me sigo preguntando por qué te presenté a mi hermano… No debí hacerlo.
-Claro que debías, ahora él es mi novio y nos queremos mucho.
-Pues por eso Sel…
-Sel, hacía tiempo que nadie me llamaba así.
-Desde Navidad- dijo sonriendo.
-Sí…
-Sel, sólo contéstame una cosa.
-Claro, dime.
-Dime que ése beso el día de Nochevieja no significó nada para ti.
-Sí que lo hizo, pero eran otros tiempos estoy enamorada de tu hermano y no pienso dejarlo.
-No me malinterpretes, no quiero que lo dejes.
-Ah… ¿no?-ahí ya fue cuando me lió del todo.
-No. Yo quiero mucho a mi hermano, y no quiero que sufra. Sólo tenía ésa duda, la he tenido todo este tiempo desde aquel beso. La duda… ¿Fui el único que sintió algo en ese beso? ¿El único que estuvo todo ese tiempo esperando verte aparecer cuando quedábamos todos juntos?
-Pues no, Jonathan. Pero la cosa ha cambiado.
-Mira Sel, por mucho que yo te quiera, y que me gustaría estar a tu lado, voy a estar pendiente a que a ti y a mi hermano os valla de perlas.
-Pero... no lo entiendo.
-A ver Sel, yo puedo esperar ¿vale? Además, ¿de qué me serviría a mí que lo dejaras con mi hermano si tú estás enamorada de él, y no de mí?
-Visto de ese modo…
-Claro que sí Sel. Yo sé que algún día recuperaré a MI Sel, la que besé en navidad-dijo y sonrió.
Esa sonrisa… ésa era la sonrisa, la que yo recordaba, la que tanto me gustaba. Y ahora iba a verla muy a menudo.
-Bueno cuñadita, me voy ya que mi hermano no tardará mucho en llegar, pero déjame hacer una cosa antes.
Yo no me fiaba, pues no sabía qué le rondaba por la cabeza, pero confié en él, pues por lo que había dicho antes parecía sincero.
-Sí, claro.
Él vino y me abrazó, pero ésta vez más calmado y con más ganas. No fue el abrazo de antes, que fue delante de su hermano. Ésta vez me agarró por la cintura y yo a él por el cuello. Me dio un beso en la mejilla y se fue hacia la puerta.
-Cuñadita, ¡que sepas que esto me da fuerzas!
En cuanto se fue, me conecté al Tuenti para contarle todo eso a Lulú, que conocía a Jonathan desde navidades igual que yo. Pero entonces entró David por la puerta, así que lo cerré.
-Princesa, ¿Te apetece salir ésta noche por ahí?
-Claro cariño, ¿Dónde iremos?
-Es una sorpresa-dijo esbozando esa enorme sonrisa.
-David, hoy me tienes nerviosita con las sorpresas.
-Tranquila, ésta no es para mucho. Yo ya estoy listo, he tardado más porque me estaba duchando y arreglando. Ahora vamos a tu casa, y te cambias si quieres.
-Claro, vamos.
Me acompañó a casa en su moto, y esperó abajo con mis padres a que yo me vistiera.
Me arreglé lo más rápido que pude. Me puse una minifalda vaquera con una camiseta larga blanca y una correa negra en la cintura por encima de la camisa, y unos tacones negros. Me alisé el pelo rápidamente, me maquillé, me eché mi colonia Pacha Ibiza y bajé corriendo las escaleras. Como era de esperar, me caí. Me levanté rápidamente para descubrir que nadie me había visto, y entré triunfante por la puerta del salón.
David me miró de arriba abajo, pero no dijo nada. Cuando salimos por la puerta, me abrazó con tanta fuerza que casi me rompe las costillas. Después, me besó, y entonces me dio un abrazo más suave, en el que me abracé a su cuello y pude oler su colonia, que reconocía sin duda, Playboy Hollywood.
Ésta vez no fuimos en moto, si no andando.
Estuvimos toda la tarde paseando, y dando vueltas, hasta por la noche.
Me llevó a un restaurante a cenar, adonde comimos muy bien y me invitó. Después me llevo a un sitio que se llamaba “The paradise of song”, el cual me llamó mucho la atención ya que yo era una aficionada a cantar.
Entramos y nos pedimos algo de beber, sin alcohol.
-Ahora vengo princesa, voy al baño.
-Claro cariño.
Tardó un ratito, y cuando volvió se sentó a mi lado con una sonrisa muy grande.
-¿Qué ocurre?
-Nada, nada. Disfruta de las actuaciones.
Vale, ya lo pillaba, el título… era un karaoke. Cantaron dos o tres personas bastante bien, tenían buena voz.
De repente, un hombretón grande, cogió el micro, y pensé para mí, “prepárate tú este las voces que tiene que pegar”, pero no iba a cantar, sino a hablar.
-¡Queremos hacer un llamamiento al escenario a Selena!
Cuando lo oí no sabía qué hacer, me quedé paralizada. David se reía y me decía que fuera para allá. Pero yo me quedé atontada. Al final subí, aún así sin saber qué canción iban a ponerme. Cuando empezó a sonar la canción suspiré de alivio y me tranquilicé, era mi canción, era Colores en el viento, que me la sabía más que de memoria.
Cuando terminé de cantar todo el mundo aplaudía y yo estaba muy contenta.
Fui corriendo a abrazar a David que me esperaba de pie con los brazos abiertos.
Estuvimos un rato más allí escuchando a otra gente, y tomándonos lo que habíamos pedido, cuando un señor de traje de chaqueta se nos acercó.
-¿Es usted Selena?
-Sí
-Me gustaría hablar con usted sobre un tema importante, pero aquí con el ruido no se puede. ¿Le importa acompañarme fuera?
-Claro, pero David viene conmigo.
-Por supuesto, señorita-dijo mientras sonreía.
Salimos a la puerta y los ojos de David se abrieron como platos, yo estaba mirándolo a él y cuando miré hacia el frente me encontré con una enorme limusina blanca y un señor sujetando la puerta para que entráramos.

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