lunes, 16 de agosto de 2010

Cap.53 Vivieron felices, y comieron perdices

10 Julio
Me desperté con el llanto de mi pequeño David, que dormía en una pequeña cuna a mi lado. Tenía su propia habitación, pero es muy pequeño aún y trajimos su cuna a la mía. Fui a cogerlo y lo tuve en brazos mientras lo mecía para que se durmiera, aún faltaba un ratito para despertarnos. Hoy, 10 de julio, era la boda de mi madre y Pedro. Por fin, iban a ser marido y mujer, algo que llevaban mucho tiempo esperando.
-Cariño, ¿se duerme o voy yo? Que tienes que descansar-me dijo Jonathan.
Sí, estaba durmiendo en mi casa. Necesitaba ayuda con mi niño, y como mi madre estaba liada con la boda, él vivía allí, temporalmente claro. En cuanto pudiéramos, nos alquilaríamos algún pisito barato, donde vivir los tres juntos.
-No, tranquilo, ya se está quedando dormido.
Cuando se durmió, lo dejé otra vez en la cuna y me acosté.
-La próxima vez me toca a mí Sel, que siempre te levantas tú y no es justo.
-Vale, por mi encantada-los dos nos reímos y volvimos a dormirnos.
Ahora sí, era el despertador. Pero no era para la boda, no, era para otro biberón.
-Sel, apaga el despertador, que vas a despertar a tu madre y como no duerma va a ir al altar lleno de ojeras.
-Sí Jonathan, yo lo apago, pero tú le das el biberón.
Hizo lo que dije, y se levantó a darle el biberón. El niño era muy bueno, se lo tomaba todo y se quedaba dormido como si nada. Solo, que algunas noches lloraba, pero pocas, y el niño eligió la peor.
Volvió a acostarse, y no nos levantamos más hasta que sonó el despertador, pero para la boda.
Mi madre se había ido ya hace unas horas, por el tema de arreglarse el pelo, y todo eso. La arreglan en la casa de su amiga, ya que aquí se arreglaría Pedro. Jonathan y yo nos hacíamos cargo de los pequeños de la casa, de vestirlos y eso.
-Jonathan, voy a despertar a Eve, y a decirle que se bañe, tú mientras ve bañando al bebé.
-Claro cariño, pero no tardes, sabes que poner pañales no es mi fuerte-dijo sonriendo.
Fui a la habitación de Evelyn y la desperté, aunque me costó porque esa mañana se puso muy remolona.
-¿Dónde está mamá?-dijo adormilada.
-Se ha ido a la casa de Marga, está arreglándose. Venga, que te tienes que duchar y vestir.
La llevé al baño y la dejé duchándose, después fui a planchar su vestido, el mío, y el traje de Jonathan. Al pequeñín también le planché el suyo, que le compramos un mini-traje de chaqueta muy lindo.
De camino a mi habitación para llevarles los trajes a mis hombrecitos, me encontré con Pedro.
-Vaya, ¡qué guapo!-dije sonriendo-¿Necesitas ayuda en algo?-llevaba ya
-Tú sí que vas a ir preciosa. No, gracias, mis ayudantes están abajo esperándome.
Él se fue para abajo, y yo seguí mi camino.
-Toma los trajes Jonathan, ¿has terminado con el niño?
-Sí, te lo dejo en el cambiador, para que le pongas el pañal y lo vistas.
-Espérate, que voy a por mi hermana.
Fui al cuarto de baño y seguía metida en la ducha.
-Evelyn, sal ya-no me contestó, así que se lo volví a decir-Eve, venga sal ya que tienes que vestirte y tengo que peinarte-seguía como si nada-¡Eve! ¡Que salgas ya!-le grité.
-¡Que sí, que ya salgo!
Salió y se fue a su habitación a vestirse.
Yo volví al cuarto y me puse con el bebé.
-Sel, ¿estás bien?-me dijo Jonathan un tanto preocupado.
-Sí, voy muy apurada, pero merece la pena, el día y mi madre, merecen la pena.
Le cambié el pañal a mi niño, y le puse el trajecito.
-¡Ole! ¡El niño más guapo de toda la boda!-grité entusiasmada
-¡Además de verdad! Si es que tiene a quien salir, ven aquí con tu padre-dijo y lo cogió.
Después me bañé, que por cierto me sentó genial.
-Voy a hacerle el peinado a Evelyn, tú vigílalo en la cuna, y vístete, que después vendrá Eli a peinarme a mí y yo me vestiré, que vamos a llegar tarde-le dije a Jonathan entrando por la puerta.
Fui al cuarto de mi hermana y llamé a la puerta.
-¡Entra!
-Venga Evelyn, voy a peinarte.
-Selena, a mí no me gusta este vestido, es muy feo. ¡Yo quiero algo rosa!-Eve iba vestida con un vestido de tirantas blanco cortito fresquito, el mismo que llevaba Jennifer, ya que una llevaría los anillos, y otra llevaría las monedas.
-Pero Eve, ¡vas preciosa! Qué envidia, yo también quiero ponerme allí, al lado de mamá, al lado de ¡los novios! Tú y Jennifer tenéis mucha suerte, sois como princesitas allí sentadas.
-Entonces me gusta-dijo sonriendo.
Le sequé el pelo, y le pasé un poquito la plancha.
Después le cogí dos mechones de pelo a los lados de la cara, se los hice trenzas, y los puse con una horquilla que llevaba una flor en la parte de atrás de la cabeza.
-¡Pero si vas a ser la más guapa!
-Oye, ¿está despierto ya David?
-No lo sé, ve a mirarlo.
Mientras ella cogió camino hacia mi cuarto, yo recogí todas las cosas que había usado para peinarla, que no tardé nada y me fui hacia mi cuarto. Iba llegando, cuando la vi salir de mi habitación corriendo.
-¡Qué asco! Selena, ¡Tu novio está desnudo en tu habitación!
-Es que se está cambiando, boba. Baja y abre la puerta, que están llamando.
Entré en la habitación y ya estaba casi vestido, le faltaba la camisa.
-Oh, ¡qué sexy!
-Qué susto, creí que era tu hermana otra vez.
-Sí, podías haber echado el pestillo.
Entonces llamaron a la puerta de mi habitación.
-¡Selena! Soy Eli, ¿se puede?
Jonathan se puso la camisa rápidamente y se sentó en mi cama.
-Claro, entra.
Entró y dio una vuelta, tipo modelo.
-Vaya Eli, vas fantástica
-No tanto como vas a ir tú, venga, que es hora de arreglarte. ¿Te has bañado?
-Sí, ya me he bañado.
-Pues ala, papi llévate a David y déjanos solas. ¡Anda! ¡Mi David! Lo siento, es que he venido muy alocada, ven aquí cariñito-dijo dirigiéndose a mi hijo y cogiéndolo en brazos. Le dio un beso, y se lo dio a Jonathan-venga papá, adiós.
Jonathan salió de la habitación y Eli se vino hacia mí.
-Siéntate en la cama. Quiero que cierres los ojos, y no los abras hasta mi señal.
-Vale, yo me dejo llevar.
Me diréis loca, pero me quedé dormida, sí, ya tenía que estar cansada… Cuando me desperté-porque ella me llamó-me miré al espejo, estaba preciosa. Llevaba un recogido muy lindo, y me había maquillado también.
-Selena, ponte el vestido ya que es la hora de irnos.
Me puse mi vestido, precioso por cierto, y bajé abajo.
Mi vestido era color morado, de una sola tiranta y por debajo de la rodilla. Llevaba unos tacones a juego y los pendientes y accesorios de un color más claro.
Cristina iba a venir a recogernos en el coche, las chicas y David iríamos con ella, y Jonathan iría con Pedro y los demás hombres.
-¡Selena! Cristina está aquí-gritó Evelyn.
Jonathan me dio un corto piquito, y después le dio un beso en la mejilla a mi bebé. A continuación, salimos afuera y nos montamos en el coche de Cristina. Eli y ella se montaron adelante, y las niñas, David y yo nos sentamos atrás.
No tardamos mucho en llegar, esperamos a Pedro en la puerta de la iglesia. Cuando llegó, entró y se esperó en el altar a que llegara mi madre.
Tardó unos diez o quince minutos, y por fin llegó.
-Venga mamá, todo el mundo te espera, eres la protagonista-le di un beso en la mejilla y entré.
Me senté en un banco delantero, con la familia. Que, hablando de familia, estaba allí toda. Menudo día me esperaba, todo el mundo querría ver a mi niño, como es normal.
Empezó la musiquilla habitual de las bodas, y entraron mi hermana, Jennifer, y una sobrina de Pedro.
La sobrina de Pedro iba adelante con una cestita tirando flores, mi hermana llevaba las monedas, y Jennifer llevaba los anillos.
Tras ellas, entró mi madre cogida del brazo por mi abuelo, estaban guapísimos.
Llegaron al final del pasillo, donde se encontró con Pedro, y comenzó la misa.
Yo di gracias a mi bebé, de que no se hubiera puesto a llorar ni nada, porque entonces le quitaría el protagonismo a mi madre. Durante la misa, estuve muy nerviosa, pendiente de que todo fuera bien. Jonathan, estaba a mi lado y lo notó.
-Cariño, relájate y disfruta.
Y así lo hice, disfruté al máximo de la boda.
-Pedro, ¿aceptas a Irina como legítima esposa, en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe?-dijo el cura.
-Sí, quiero-dijo sonriéndole.
-Irina, ¿aceptas a Pedro como legítimo esposo, en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe?
-Sí, quiero.
-Puedes besar a la novia-dijo el cura, y se besaron.
En ese momento lo supe, mi vida y la de mi familia empezaban una nueva etapa, la etapa en que seríamos feliz, por siempre.

viernes, 13 de agosto de 2010

Cap.52 Nuestro pequeño David

Salimos corriendo hacia la habitación más cercana al pasillo donde estábamos, la habitación de David.
Me tumbé en aquella cama en la que tantas veces había estado, y Jonathan me dijo que me esperara, que iba a pedir ayuda. Sí, con ayuda se refería a gritar desde el pasillo de arriba para que subieran, estaba muy nervioso, parecía que no estaba preparado para esta situación, no sabía qué hacer. Yo me limitaba a respirar, que era lo único que podía hacer en ese momento a parte de quejarme.
De pronto subieron muchas personas, tantas que me mareaba sólo de mirarlas, como para pararme a contarlas y saber quiénes y cuántos eran.
-¡Llamar una ambulancia!-era la voz de Jonathan.
-Selena, cariño estoy aquí-y esa era la de mi madre dándome la mano.
-Hay demasiada gente, no puedo, me estoy asfixiando, ¡me agobio!
-¡Todo el mundo fuera!-gritó mi madre. Parecía borde, pero no era su intención, no quería que yo me pusiera peor y todos lo entendieron, pues se fueron dejando en la habitación sólo a Sara, Jonathan y ella.
-Venga Selena tranquila, tú respira, olvídate de todos ellos-me dijo Sara.
Pero si sólo hacía eso, ¡respirar! Aunque también chillaba a veces, me dolía, sentía que lo tenía ya muy cerca… que ya estaba aquí.
-La ambulancia de Luna no está disponible, ¡nos mandan la de El Castillo!-gritó Jonathan.
-¡¿Qué?! ¡Yo no puedo esperar tanto!-grité.
-Sí que puedes, ¡vamos Selena!
-¡No! ¡Ya está aquí!-dije y empecé a chillar. Notaba cómo no paraba de sudar a chorros-¡Sacádmelo de ahí! ¡Ahora!
-Jonathan, tráete unas toallas, ¡rápido!-le gritó mi madre-Selena, escúchame bien, yo no tengo experiencia en esto, pero sí la tengo en el lugar donde tú estás, así que hazme caso, ¿vale? Sara, sujétale la mano por favor, necesito que esté más tranquila. Selena, abre las piernas, todo lo que puedas, y empuja, dolerá, pero tienes que hacerlo.
Y así lo hice, me abrí de piernas y empecé a empujar. No le faltó razón, me dolía, sentía que me iba a partir en dos, pero pensaba en mi pequeño y en que merecería la pena y empujaba con más fuerza.
-Vamos Selena, respira, respira tranquila tú puedes, ya lo tienes, ¡vamos!-me decía Sara a mi lado.
Entonces llegó Jonathan con las toallas. Se puso a mi lado y me dio un beso en la mejilla.
-Tranquila mi vida, estamos juntos en esto, vamos empuja cariño falta poco.
-¡No puedo, no puedo!-gritaba yo llorando.
-¡Ya lo tienes Selena, tú puedes, ¡sigue!-me contestó mi madre-¡La cabeza! ¡Le veo la cabeza!
-Un poco más Selena, ¡venga!-me decía Jonathan.
-¡El último empujón!-gritó mi madre y yo empujé lo más fuerte que pude hasta notar cómo salía del todo de mi interior, todo esto acompañado de un fuerte chillido, hasta los de abajo tuvieron que oírlo.
Entonces, escuché un llanto. SU llanto. El de David, mi hijo. Mi madre lo limpió un poco por encima con unas toallas, pero seguía súper pringoso cuando le pedí que me lo diera. Y al fin, después de nueve meses en mi interior, lo tuve en mis brazos, le vi por primera vez. Esa carita tan linda, ese color de piel que claramente era de su padre, esa boquita y esa nariz tan pequeñitas, que parecen de un muñequito. Sin embargo en el pelo había salido a mí, porque iba tirando para rubito, aunque mucho pelo no tenía aún. Sentirlo en tu posesión y que hay que tener cuidado porque es frágil, y te da la sensación de que va a romperse.
-Sh, no llores mi bebé, todo pasó.
-Selena, ¿puedo cogerlo?-me dijo miedoso Jonathan.
-Claro, pero ten cuidado, que es muy pequeño-le dije dejándolo en sus brazos-cuidado con la cabecita.
-Oh Dios, es como un muñequito.
-Nuestro muñequito.
-¡Selena aguanta! ¡Está aquí la ambulancia!-entró gritando Cristina y todos nos echamos a reír.
-Pues vaya horas-dijo Sara-llegan tarde.
-De todas formas te irás al hospital, tiene que verte un médico y al pequeño también-dijo mi madre.
Los chicos de la ambulancia subieron con una camilla y me llevaron a la furgoneta. De camino, vi a todos mis amigos, a mi hermana, a Pedro, a Jenny… todos. Todos miraron con una cara de felicidad enorme al verme que estaba bien y ver a David en brazos de Jonathan. En la ambulancia vino con migo Jonathan, y mi madre con Pedro y los padres de Jonathan fueron en coche. Cristina se quedó con su hija y mi hermana, y supongo que los demás se quedaron allí también.
Yo era feliz, había tenido a mi primer hijo, que tanto esperaba, le había dado vida. Y lo mejor, mi hijo nació en la cama de su ausente padre.Cap.

jueves, 12 de agosto de 2010

Cap.51 Bienvenida Jennifer

Cuando llegué a la casa, estaba totalmente decorada como una fiesta, una infantil, claro. Había globos por todos lados, incluso un gran cartel que ponía “Bienvenida Jennifer”. En cuanto entré por la puerta y Jenny me vio, se lanzó sobre mí. No la cogí en brazos, porque en mi estado no era lo más apropiado, pero la abracé.
-Jennifer, no tengo un regalo para ti, porque vengo del instituto.
-Da igual. ¡Mira Selena! Te presento a mi abuelita Sara, mi abuelito Alejandro, y mi tito Jonathan.
-Oh, encantado de conocerlos-dije sonriendo.
-Como a mi mamá ya la conoces, no tengo que presentártela.
-Claro.
-¡Vamos a comer chicos!-dijo Sara-Selena, ¿te quedas a comer no?
-Sí, si Jonathan no pone oposición.
-Claro que no tonta-dijo y me dio un beso.
Comimos hamburguesas y pizza.
-Selena, ¿cómo te han ido los exámenes?
-Bien, no creo que los suspenda. Oye Cristina, ¿a qué hora vienen los invitados?
-Yo les dije que la fiesta comenzaría sobre las cuatro o las cinco de la tarde, para bañarnos en la piscina y eso.
-Genial, hasta entonces ¿qué haremos?-dije yo.
-Tú y yo podemos irnos un rato a mi cuarto-me dijo Jonathan. En la voz se notaba que no lo decía en mal sentido.
-No, prefiero estar aquí.
Se le vio decepción en la cara. Últimamente pasaba un poco de él, pero no lo hacía queriendo. Serían las hormonas o algo, no lo sé, pero a él eso le hacía daño. A lo mejor me pedía que fuéramos a dar un paseo y yo siempre decía que no, o me pedía estar más tiempo a solas y me negaba, pero no lo hacía con malas intenciones, simplemente me salía así… Y no es que yo hubiera dejado de quererlo, ¡ni mucho menos! Lo amaba con toda mi alma, con él todo era más fácil y es quien me daba fuerzas para seguir. Es más, sin su apoyo esto no hubiera sido posible… este niño que llevo dentro quizás estaría… ¿muerto? Quién sabe…
-Pues si no os vais para arriba me ayudas con la comida-me dijo Cristina, que me sacó de entre mis pensamientos.
-Claro, te ayudaré.
Terminamos de comer y nos fuimos hacia la cocina para preparar las cosas, como bocadillos, una tarta, no sé, cositas… mientras, Jonathan jugaba con la pequeña en el salón. Lo veía genial como padre, era tan… no sé cómo explicarlo, pero se le daban súper bien los niños, quizás tenga mucho que ver, que en su interior sigue escondido el que fue hace unos añitos, y cuando está con niños lo saca para jugar.
Llegaron las cuatro de la tarde, y con ella muchos invitados, por no decir casi todos. Mi familia ya estaba allí, a la que presenté a Jennifer. Eve y ella conectaron muy bien, y estuvieron hablando. También estaban Rafa con Esther, Miguel y Eli. Faltaban Xiza y Dani, que supongo vendrían más tarde.
-Selena, ven a mi cuarto un momento tenemos que hablar-me dijo Jonathan acercándose.
-No, a tu cuarto no, cuéntamelo aquí.
-Joder, ¡de eso precisamente quiero hablar!-gritó y fuimos el centro de atención. En ese momento, si le dije de ir a otro sitio más íntimo. Una vez allí, volvió a hablar-Selena, cada vez que te digo que te vengas conmigo pasas de mí, sino por una cosa por otra… yo comprendo que con esto del embarazo no te sientas tan bien como antes, pero tienes que entender que yo necesito estar contigo, aunque solo sea para hablar, o un simple beso Selena, sólo un beso, ¿tanto te cuesta? A veces dudo de que ya sientas por mí lo que sentías antes…
-Sí que lo siento Jonathan, pero esto de las hormonas o yo que sé pues no me hace ser como antes, no lo sé me vuelvo estúpida por momentos, pero ¡no puedo hacerle nada!
-Selena, yo no quiero que estés mal, todo lo contrario quiero que estés bien, siempre he querido tu bien, y de haber sabido que le embarazo no iba a hacerte más feliz…
-Soy feliz Jonathan, esto es lo mejor que me ha pasado nunca.
-Entonces, ¿por qué te comportas así? Necesito saber qué hago mal, lo necesito… Selena, yo quiero pasar tiempo contigo, como cualquier pareja… Quiero disfrutar contigo de nuestro bebé, estar contigo en el proceso del embarazo… Selena te quiero.
-Jonathan, estoy mal.
-Lo sé Selena, pero esto es pasajero, estaremos bien, o eso espero…
-No Jonathan-dije interrumpiéndole-que creo que he roto aguas…

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cap.50 Examenes finales

Me desperté sobresaltada, y eso que el despertador no había sonado. Habría sido una pesadilla, la verdad es que no me acordaba. Odiaba eso, el tener una pesadilla y no acordarme de ella, aunque a veces es bueno. No como los sueños, eso siempre era malo olvidarlo. Un sueño, en el que todo es perfecto y la vida es tan fácil…
Volví a sobresaltarme, ahora sí, el despertador.
Lo apagué, y me levanté. Me duché lentamente, ya que tenía tiempo y estaba aún adormilada. Me peiné y me puse la primera ropa que pillé, en mi estado no me paraba casi nunca a elegir ropa. Preparé la mochila con los apuntes y las cosas que necesitaría y bajé a desayunar. Me comí unas tostadas con aceite y sal y me preparé un zumo de naranja.
-Selena, ¿vas otra vez al colegio?
-Sí, hoy tengo que ir Eve, porque tengo que hacer unos exámenes.
-Por cierto, como no te vayas ya no vas a llegar a tiempo-dijo mi madre soltando la taza del café en la mesa.
-Vale, me voy.
-Pero, ¿Y Jonathan?
-No he quedado con él, me voy sola.
-¡De eso nada! Yo te llevo, vamos.
Cogí mis cosas y me metí en el coche a esperarla, pues ella tenía que buscar las llaves, nunca las dejaba en su sitio y después no las encontraba.
Por fin llegó y nos montamos en el coche.
-¿Vas a ir a la fiesta sorpresa para Jennifer?
-No sabía nada, pero ya que lo dices habrá que ir, ¿no?-dijo sonriendo.
Llegamos al instituto y me bajé corriendo, pues llegaba tarde. Entré en clase y todo el mundo vino hacia mí, para preguntarme cosas sobre el bebé y sobre mí, pues hacía mucho tiempo que no iba a clase.
El primer examen era de matemáticas. Los que no pudimos hacer el examen el día previsto, nos fuimos a una clase vacía, y lo hicimos allí. No éramos muchos, unos cuatro o cinco.
Terminé el examen y esperé que los demás hicieran lo mismo. No me salió nada mal, Eli era una “maestra” excelente. En cuanto todos terminamos, faltarían unos cinco minutos para que el timbre pitara, y la maestra nos dijo que podíamos irnos. Salí y fui en busca de mi próxima clase, que como no sabía cuál era, me dirigí hacia la mía. De camino, sonó el timbre.
-¡Selena!-sonó una voz detrás de mí, la de Eli-¿qué tal el examen?-dijo situándose a mi lado.
-Ah, el examen, me ha salido bastante bien, al menos sé que no suspenderé.
-Genial. Oye, tengo que irme, nos vemos esta tarde en la fiesta sorpresa de Jennifer.
-Claro, allí estaré.
Ella se fue y yo seguí mi camino.
Empezó el segundo examen. Lengua. Súper fácil, se me daba genial, sólo que era más largo, porque tenía la parte de ortografía, la de gramática y la de literatura, pero no sería nada difícil. Al terminarlo, me fui a mi clase, ya que dentro de unas dos horas tenía más exámenes. Se me pasó todo volando, y por fin hice los dos últimos exámenes, el de Inglés y Francés. Después entregué todos los trabajos de las correspondientes asignaturas que no quisieron hacerme examen.
A las dos, llamé a Jonathan para que viniera a por mí, y en unos minutos estuvo allí con la moto.
-¿Está allí Jennifer ya?
-Sí, está muy contenta pero no para de decir que quiere verte.
-Pues ¡vamos para allá!

jueves, 5 de agosto de 2010

Cap.49 Vueltas y vueltas

Tenía la cabeza loca, entre los exámenes para el día siguiente, los trabajos, mis ralladuras tontas sobre la habitación de David… ¡Me iba a estallar la cabeza! Para mi suerte, y como siempre, tenía a Jonathan ayudándome, qué mono. Sabía que iba a ser un padrazo, ya que siempre me está cuidando.
-Selena, mañana te juegas el graduado, ¿quieres estudiar o no?
-Sí, sí. Explícamelo por favor.
Estuvo explicándome cosas que no entendía, ya que él había dado todo eso. Entre los dos habíamos hecho un montón de trabajos, y me estaba ayudando a estudiarme los exámenes. Estaba muy cansada, pues llevaba un día movidito.
-Para cuando llegues del instituto ya tendrás a Jenny aquí, estarás contenta, ¿no?
-Bueno, aquí no la tendré, la tendré en tu casa, en el cuarto de tu hermano.
-Sel, nos ha costado mucho tomar esa decisión, por favor, respétala…
-¿He dicho yo algo?
-No, pero sé que no estás bien, y puedo imaginar que se debe a eso.
-Mira yo la respeto, sólo es que no estaba preparada… No me lo esperaba.
-Nosotros tampoco, pero es la única opción. Jennifer ahora es pequeña, podría dormir con Cristina, de hecho lo hará mientras se hace el cambio, pero ella irá creciendo y tiene que tener su habitación. No veo a Cristina muy por la labor de irse a vivir sola con la niña, al menos hasta que tenga un novio o algo…
-Ya lo sé, ya lo sé… No quiero estudiar más.
-Pero, ¿te lo sabes todo?
-Que sí, si tengo memoria prodigiosa, además que Eli me explicaba cada día lo que iban dando, tengo muchos apuntes y me los sé.
-Pues nada, ¿qué quieres hacer?
-Dormir.
-Ala, qué indirecta, ¿ya me echas?
-No, quédate si quieres.
-No, da igual. Tengo que hacer cosas en casa, como preparar las cosas para el recibimiento de Jennifer.
-¿El recibimiento?
-Sí, la fiesta sorpresa.
-Y tan sorpresa, ni siquiera yo lo sabía…
-¿No? Pensé que mi hermana te lo había contado.
-Da igual, si yo estaré de examen. A las dos y algo me pasaré, cuando acabe los exámenes.
-Vale cariño. Me voy, que no te noto muy de humor, te quiero bebé-dijo besando mi barriga-, a ti también mami, no te me enfades- me besó en la mejilla y me dio un corto beso en los labios. Después, se fue.
¿Qué me pasa? ¡Tengo que pasar página!
En la oscuridad de mi habitación me paré a pensar, no sabía qué hacer para matar el tiempo. No tenía sueño, aunque ya era algo tarde, las doce y media, y mañana tenía mucho que hacer… Entonces, se me ocurrió una idea, podía llamar a Lulú.
Lo intenté varias veces, pero no me lo cogía, qué raro, ella siempre tenía el móvil disponible, fuese la hora que fuese… Nada, opción descartada.
Pensé en volver a estudiar, pero me aburría, me lo sabía todo muy bien. En mi casa ya dormían todos, desde Pedro hasta el perro.
¿Y una película? No me decidía por ninguna, y también lo descarté. Pensé componer algo, pero era muy tarde y despertaría a todo el mundo con el piano.
Puse la televisión, un tarot de esos…
-Hoy, día veinte de junio, tenemos un eclipse de luna…-decía la chalada.
¿Qué? ¡Día veinte! ¡En dos días llegaría Lulú!
No podía creérmelo… mi bebé llegaría en cualquier momento, era genial.
Al final, decidí acostarme, estaba harta de dar vueltas.

lunes, 2 de agosto de 2010

Cap.48 Playa con las chicas

No tardó en venir a por mí, y cogimos rumbo a la playa.
-¿Seguro que no te has enfadado porque utilicemos la habitación de David?
-No. Bueno, molestarme no, pero al principio me quedé un poco de piedra. Si vosotros lo habéis decidido pues ya está. Además, es para Jenny, y eso me quita el disgusto.
-Bueno, vamos para allá.
-¿Con quién has quedado?
-Con Eli y Esther, que estarán ya allí.
-Pues vamos.
Al ratito llegamos a nuestra playa habitual. Nos encantaba porque no solía ir mucha gente, y eso que es de las mejores.
Al llegar coloqué mi pareo en la tumbona y como su nombre indica, me tumbé. Mis amigas se fueron a bañarse, y yo me quedé leyendo.
“El recuerdo es lo único que te queda…” pensé. Pero rápidamente borré eso de mi cabeza. Me quedaba David Jr. Que, aunque fuera a criarlo con Jonathan, era de David. Yo quería mucho a Jonathan, pero no llenaba del todo el vacío que David dejó… es tan grande… espero que entre él y David Jr. lo rellenen, porque es un calvario cada vez que oigo su nombre…
No me había dado cuenta, pero las chicas ya habían vuelto.
-Cristina, antes de que desarméis el cuarto de… ya sabes, me gustaría entrar a verlo.
-Claro.
-¿Cómo que desarmar? ¿Qué estáis liando ya?-dijo Esther.
-¡Ala! ¡No os lo he contado! ¡La peque a partir de mañana duerme en casa!
-¡Es genial tía!-gritó Eli.
-Enhorabuena mami-dijo Esther.
-Sí, tendremos que comprarle cosas y ropita y todo, este fin de semana iremos, porque no pienso ir mañana miércoles, estaré todo el día con la niña.
-¿Dónde dormirá hasta el fin de semana?-pregunté.
-Conmigo.
-Qué bien, me alegro mucho de verdad-dijo Esther emocionada.
Sabía que Cristina no tenía culpa de nada, pero me sentía mal… No quería culparla, pero de alguna manera mi cerebro actuaba por sí mismo. Por supuesto, nunca culparía a Jennifer.
Volví al libro, para librarme un poco de mis cosas.
-Oye Sel, estarás muy emocionada ¿no? Este fin de semana llega Lulú-dijo Eli.
-Sí, ya tiene todo preparado.
-Venga Sel, no sé qué te pasa, pero anímate.
-No es nada, es el cansancio.
-Bueno, me voy al agua otra vez-dijo Cristina.
-¡Y yo!-dijo Eli mientras corría tras Cristina.
-Ahora os sigo, chicas-dijo Esther.
-¿Por qué no vas con ellas?
-Vamos Selena, te conozco bastante bien como para saber que algo te pasa.
Suspiré profundamente.
-Van a darle la habitación de David a Jennifer.
-Lo siento… pero si lo han decidido, es porque no tienen otra salida, ¿no crees?
-Ya lo sé, eso es lo que yo he pensado, pero aún así, duele…
-No te preocupes, lo superarás-dijo abrazándome.
-¡Ey, chicas!-sonó una voz detrás de nosotras. Nos giramos, pero sabíamos perfectamente quién era por la voz.
-¡No me lo creo! ¿Estás viva?-dije en plan broma. Desde que Xiza estaba con Dani apenas la veíamos. De hecho, ahora mismo estaba con Dani.
-Sí, estoy viva-dijo riéndose.
-Espero que no me odiéis por habérosla robado-dijo Dani un poco en broma, pero se notaba que realmente pensaba que lo odiábamos por ello.
-Tranquilo Dani, que no te tenemos tirria aún-dijo Esther sonriendo.
-¿Dónde vais?-les pregunté.
-Pues estábamos dando un paseo y os vimos.
-¿Os vais a quedar un ratito? Para irme un poco a bañarme que tengo calor, y no quiero dejarla sola-dijo Esther señalándome.
-Claro, nos quedamos con ella-contestó Xiza.
-Bueno, ¿cómo os va todo?
-Genial Selena, nunca sabré cómo agradecerte que me llamaras esa noche para salir con vosotros-me dijo Dani.
-No es nada, eso es lo que hacen las amigas-miré a Xiza sonriendo y ella me devolvió la sonrisa.
-¿Para cuándo sale el peque?
-Pues se supone que no falta mucho, pero no sé, creo que no quiere salir-los tres comenzamos a reírnos.
-¿Y dónde está el papi?-dijo Dani.
-Pues la verdad no lo sé, se me ha pasado llamarle con toda la locura de la niña…
-¿Qué niña?-preguntó extrañada Xiza.
-La hija de Cristina, Jennifer. Mañana se la dan oficialmente.
-¡Qué bien! Voy a felicitarla, ahora vuelvo-me dijo Xiza mientras se iba.
-¿Algún problema?-dijo Dani.
-¿Cómo?
-Tienes pinta de estar preocupada por algo, ¿pasa algo?
-No, no es nada.
-Bueno, si quieres algo ya sabes, yo sé escuchar a las personas, y creo que aconsejo bien.
-Muchas gracias Dani-dije con una sonrisa. No sabía que Dani era así, claro que tampoco lo conocía mucho como para saber si él era así siempre-¿cómo te va el trabajo en la cafetería del instituto?
-Pues bien, no tengo problemas. Hace tiempo que no te veo por allí, ¿tengo que preocuparme?-dijo sonriendo.
-No, es que sólo voy para los exámenes. Mañana, por ejemplo, tengo cuatro.
-Guau, cuatro exámenes, qué burrada para alguien que no va a clase.
-Bueno, he tenido alguna ayuda de Eli, que me pasaba el temario y me explicaba las cosas.
-Pues qué suerte tener una amiga tan buena.
-Sí, me apoyan mucho.
-Bueno Dani, tenemos que irnos-dijo Xiza llegando a nuestra posición.
-Claro, como usted mande damisela-siempre bromeaba.
-Bueno, adiós Selena, cuídate mucho y si pasa algo ya sabes, llámame que no dudaremos en ayudarte.
-Muchas gracias Xiza, hasta luego.
Se fueron y yo saqué mi móvil, para ver si tenía llamadas perdidas de Jonathan, que efectivamente, tenía. Y no sólo una. Hasta había un mensaje.
“Selena cariño, ¿dónde estás? Te he llamado varias veces pero no me contestas, estoy preocupado, llámame cuando puedas, te quiero”.
Lo llamé en cuanto terminé de leer el mensaje.
Al primer toque lo cogió, se ve que estaba atento al móvil.
-Jonathan, siento no habértelo cogido antes… no tenía el móvil a mano-mentí. Si le decía que lo tenía en silencio me mataba, porque ahora que quedaba poco para dar a luz, tenía que tener el móvil en condiciones para llamar o recibir llamadas, por si acaso.
-[…]
-Tranquilo, enserio no me ha pasado nada.
-[…]
-En la playa, con tu hermana, Eli y Esther.
-[…]
-Sí, en la playa de siempre.
-[…]
-Vale, si te vas a quedar más tranquilo ven, pero que yo estoy bien.
-[…]
-Yo también te quiero.
Colgué el teléfono y lo guardé de nuevo en mi bolso.
Las chicas no salían del agua, y la verdad me estaba aburriendo un poco. No es que no pudiera bañarme, es que no quería. Para mi suerte, al rato llegó Jonathan.
-¡Sel! Me tenías preocupado…
-Ay, mi niño que se preocupa-le dije abrazándolo.
-¿Qué ha pasado al final con los exámenes?
-Bueno, mañana tengo cuatro exámenes, y las demás asignaturas no me quieren hacer exámenes, dicen que si quieren que apruebe tengo que hacer un trabajo sobre todos los temas.
-¿Y cuándo piensas hacerlo? Venga, vamos a casa y te ayudo.
-Vale, avisa a las chicas, que yo recojo mis cosas.
Avisó a las chicas, y nos fuimos para mi casa.

jueves, 29 de julio de 2010

Cap.47 Papeleos.

Mi vida estaba pasando una etapa estupenda, mi novio me quería, mis amigos me apoyaban, y mi bebé estaba a punto de salir. Cristina tenía casi todos los papeles y los requisitos mínimos para adoptar a Jennifer. No iba a ir al viaje que tenía previsto a El Castillo, ya que tenía que estar aquí cuando Jennifer fuera a vivir con su familia, a la que ya conocía. La adopción debería haber durado mucho más tiempo, pero como la encargada de adopciones dijo, Cristina tenía puntos extra al ser su verdadera madre.
-Qué pena me da que no vayas a venir-me dijo Lulú por la videollamada del Messenger.
-Bueno, si a ti te queda poco para venir, a ver, ¿qué día vienes?
-Voy el día 22, el día que me dan las vacaciones.
-Para eso no falta nada.
-Ni medio mes.
-Pues ven cuanto antes, no vaya a ser que te pierdas el parto.
-Eso ni loca, no me lo pierdo por nada.
-Pues mejor. Bueno cariño, que voy con Cristina a terminar con los papeleos de la adopción.
-Venga loca, te quiero.
-Yo más.
Me desconecté y me fui a ducharme. El agua estaba perfecta nada más abrir el grifo, así que no la toqué. La verdad, es que la ducha me sentó fenomenal.
Salí con cuidado, ya que no quería resbalarme, y me sequé. Me vestí con mi ropa súper ancha y mis zapatos más cómodos. Bajé y tras coger algo de picar, salí a la puerta y me senté en una tumbona a esperar que viniera Cristina con el coche, pues no me apetecía ir andando a ningún lado.
Cuando vi el coche, cogí mis llaves y mi móvil y salí tan rápida como pude.
-Vamos gorda, que no podemos llegar tarde.
-Ya voy, tranquila.
Cristina ya se llevaba estupendamente con Jenny. Eran uña y carne. Desde aquel día, Cristina iba todas las mañanas a verla, y yo también. Se notaba que quería recuperar el tiempo perdido, y que iba a ser muy buena madre.
Jenny aceptó a Cristina, y la quiere mucho. Pero que Cristina sea su madre, no ha cambiado nada entre nosotras, ella me quiere y yo la quiero también muchísimo.
Por el camino no hablamos mucho, pues íbamos con la música puesta. Sonaba la canción de David Guetta, “Sexy Bitch”.
-Joder, no hay aparcamiento.
-Tranquila, aún faltan unos minutos, no llegas tarde.
Por fin conseguimos encontrar un aparcamiento, ya que un coche gris metalizado se iba.
Entramos adentro y fuimos al despacho de la encargada de adopciones. Llamamos a la puerta, y nos dijo que entráramos. Nos sentamos, y se calmó un poco el ambiente.
-¿Han rellenado los papeles que les entregué?
-Sí, aquí los tiene-le dijo Cristina entregándole un taco de papeles. Le temblaba toda la mano.
-Relájese Cristina, la niña ya es prácticamente suya, es más, mañana podrá llevársela.
-¿En serio?-dijo con una sonrisa enorme en la cara.
-No me lo puedo creer…-es lo único que pude decir.
-Muchas gracias de verdad.
-Cristina, no tienes que dármelas, sé lo que es tener un hijo de adolescente.
-Estoy tan impaciente…
-Tendremos que hacerle una visita a la semana de tenerla allí, después a las dos semanas, después al mes, y así hasta que no haga falta.
-¿Puedo saber para qué las hacen?-pregunté.
-Pues para asegurarnos de que la pequeña está bien y en un ambiente adecuado para ella.
-Vale, muchas gracias de verdad. Mañana por la mañana estaremos aquí.
-Les estaré esperando.
-Adiós Sra. Sánchez, gracias.
-De nada chicas.
Salimos de allí y empezamos a dar saltos de alegría, parecíamos dos locas, cualquiera que nos viera pensaría que no estábamos muy bien de la cabeza.
-Vamos a decírselo a Jenny.
-Pero Sel, no podemos verla está en clase.
-Ya ves tú qué problema…
Salí a correr rumbo hacia la clase de Jenny, y a llegar llamé a la puerta.
-¡Adelante!-gritó la maestra.
Abrí la puerta y entré.
-Hola Carla, me preguntaba si podía salir un momentito Jennifer, tenemos que decirle algo.
-Claro, espera que la busque porque están todos por aquí jugando como locos…-Carla era súper amable, y le encantaban los niños. Se volcaba por completo en su trabajo ya que le gustaba mucho. Era alta y delgaducha, de piel blanca y pelo moreno. Solía llevar la melena atada en una coleta alta, y usaba gafas-Jennifer, ¡está aquí Selena!
-¡Mamá! ¡Selena!-salió a correr en busca nuestra y se tiró encima de la madre, que la cogió en brazos.
-Ahora la traemos Carla, muchas gracias.
-De nada hombre-dijo con una sonrisa.
Fuimos a un banquito que había en el pasillo para decírselo.
-Jenny, queríamos darte una noticia. Es una sorpresa-le dije muy ilusionada.
-¿Chuches?-dijo muy contenta.
-No, no son chuches cariño. Es mejor, pero no te lo vamos a decir.
-¿Por qué?
-Es broma boba, ¡vas a venirte a vivir a casa!
-¡Bien! ¡Bien! ¡Bien!-repitió dando saltitos y chillando.
Carla, al oír los gritos salió para ver qué pasaba.
-¿Qué ocurre con tanto chillido?
-¡Me voy a casa! ¡Me voy a casa!
-¿De verdad?-dijo mirándonos.
-Sí, me llevo a mi pequeña a casa, que es donde debe estar-dijo muy satisfecha Cristina.
-No sabes cuánto me alegro chicas. Jennifer, corre y díselo a tus compañeros.
-No, si yo me voy a casa, díselo tú.
Las tres comenzamos a reírnos.
-No Jenny, te vienes mañana-le dije con dulzura-ahora tienes que despedirte de tus compañeros, y después hacer la maleta, que seguro que Carla te ayuda, y mañana por la mañana vendremos a por ti.
-Vale-dijo pegando saltitos aún.
-Adiós cariño-dijo Cristina dándole un beso y un abrazo.
-Adiós mamá-después vino hacia mí e hizo lo mismo.
Las dos salimos y nos montamos en el coche.
Ya por el camino, me paré a pensar en una cosa.
-Cristina, ¿dónde va a dormir Jenny? No tenéis habitaciones libres, ¿verdad?
-Bueno… mi familia y yo habíamos decidido que ocupara la habitación que queda vacía…-dijo indecisa-la… la habitación de David.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No me lo esperaba para nada.
-Ah, vale.
Estuvimos calladas hasta llegar a mi casa.
-Sel, ¿te has enfadado?
-No, no, tranquila. Jenny tiene que tener una habitación, y hay que pasar página ya…
-Lo siento.
-Da igual, me voy.
-Oye, esta tarde las chicas y yo vamos a la playa, quieres venirte?
-Claro.
-Pues a las cuatro allí, hasta luego.
-Adiós.
Entré en casa y después de saludar y dar la noticia de Jenny, me subí a mi habitación, pues no tenía hambre.
¿Qué pensarían hacer con las cosas de David, tirarlas? No podía ser… Yo quiero mucho a Jenny, y comprendo que necesita esa habitación… pero me ha pillado tan desprevenida… bueno, supongo que es lo que necesitaba para pasar página. Habría sido muy duro también para ellos, así que si es lo que habían decidido, lo aceptaba.
Me puse a tocar un rato el piano, ya que me aburría bastante.
-Cielo, ¿puedo entrar?-me dijo mi madre abriendo la puerta de mi habitación.
-Claro, entra.
-Vengo a avisarte, que no se te olvide que mañana tienes que ir al instituto que tienes 4 exámenes.
-¡Ay mi madre! ¡Los exámenes!
-Selena, no eh, que te conozco, prometiste que dejabas el instituto pero ibas a los exámenes por lo menos para sacarte el graduado, no me seas mentirosa.
-Sí, si los exámenes no son el problema, me los estudio en nada, pero es que mañana sale Jennifer del orfanato, para vivir en casa de Cristina y Jonathan…
-¿A qué hora es?
-Pues iremos sobre las diez de la mañana.
-Pues mira tu horario, y si no coinciden tendrás que ir a los exámenes, y ver a Jennifer en otro momento.
Miré mi horario, y tenía un examen a las 9, otro a las diez, otro a las doce, y otro a las dos.
-Pero mamá, yo quiero ver a Jennifer.
-Lo siento cielo, Dios antes que los santos.
-Pues vaya.
Mi madre salió de la habitación y yo llamé a Cristina para contarle que no podía ir. Qué chasco iba a llevarse Jenny al no verme allí. Bueno, a lo mejor si terminaba pronto el de las nueve y pedía que me dejaran hacer el otro en esa hora, me daba tiempo a salir. Pero, las posibilidades eran mínimas.
Ya llegaba la hora de ir a la playa, así que cogí mi bolso y metí dentro mi móvil, mis llaves, mi libro, mi mp5 y un pareo largo para sentarme en la tumbona.
No llevé bikini, pues no quería bañarme, me llevé un vestido cortito ancho.
A las cuatro menos diez, llamé a Cristina para que viniera a por mí.